Sáb. Sep 7th, 2024

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DISCERNIR LOS PLANES DE DIOS Y SEGUIRLOS.

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EVANGELIO DE HOY: 16/7/22 (Mt 12,14-21).

Mateo hoy nos habla que los fariseos “planeaban el modo” de acabar con Jesús. Mientras que el Hijo de Dios meditaba y ejercía las cosas del Reino, otros maquinaban en su contra. Se evidencian fuerzas contrarias. Jesús no se detuvo ante tales provocaciones.

No era tiempo de entregarse, y se marchó. Les dejó el espacio, y siguió invirtiendo en otros lugares y en otras personas. Dice el pasaje que “muchos le siguieron”; hermosa imagen que hasta solemos cantar: “Maestro, te seguiré; adonde quiera que vayas, te seguiré”. Y es que la gente sensible a las cosas santas, sigue lo que irradia santidad.    
 
Jesús nos está enseñando cómo actuar cuando nos maquinan a nuestras espaldas a causa de nuestro compromiso malinterpretado: intensificar la obra, sirviendo y haciendo el bien a los demás. Porque el hombre y la mujer de Dios no son gobernados por planes humanos, sino por el sueño divino. El cristiano no detiene la siembra y, en discernimiento, toma conciencia de cómo y cuándo quieren frenar. Persiste en el celo apostólico y sigue adelante. Esta es la historia de Jesús, y es la misma de todos los santos.    
 
Mateo recupera el primer cántico del siervo sufridor (Is 42,1-4), porque Jesús hace vida esta profecía: “Miren a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi predilecto”. Dios no es indiferente a nuestras luchas, cuando uno busca con sinceridad de corazón agradarle, complacerlo, y hasta morir por su causa. Nuestro Dios se complace con quienes le sirven sin regatear esfuerzo. Se pone orgulloso e invita a la fiesta. Jesús “endulza” los ojos del Padre, y también se los “endulzamos” cuando hacemos su voluntad.
 
Es el mismo Dios quien, como locutor, afirma: “Sobre Él he puesto mi Espíritu”. Es el Espíritu quien da la gracia de la fidelidad, del discernimiento, y la fuerza para obedecer. Ejercita para descifrar, emprender y defender los planes de Dios. Hace entender, no sólo la misión a realizar, sino la manera en cómo hacerlo. En el lenguaje de Isaías: “anunciar el derecho a las naciones”, sin porfiar ni gritar, sin vocear. Sin quebrar la caña cascada (gente lastimada), sin apagar el pábilo vacilante (gente débil en la fe)…  
 
Señor: ante ti reconocemos que no siempre hemos tenido la valentía de seguir tus planes en nuestras vidas. En ocasiones, y aun sabiéndolos, hemos hecho lo que queremos y no lo que nos conviene, que es seguir tu voz. Pero nos damos la oportunidad de comenzar otra vez. Queremos que cuando nos mires digas: “Miren a mi siervo/sierva…”. Que el Espíritu Santo nos dé la gracia para despertar tu sonrisa. No queremos distraernos con pequeñeces que no aportan a tu Reino.
 
1. ¿Qué plan de vida estoy siguiendo?, ¿el que ha hecho la gente o el que ha soñado Dios?
2. Cuando Dios me mira, ¿qué expresión diría?
3. ¿Cuál es la manera en que ejecuto mi compromiso cristiano?, ¿… sirvo sin “porfiar”, sin “gritar”, sin “quebrar”, sin “apagar”?