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AUNQUE TE DESPRECIEN POR TU JUVENTUD

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MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY: 31/1/24 (Mc 6,1-6).

Hoy, que la Iglesia celebra a san Juan Bosco, vamos a meditar el evangelio a partir de la juventud. De alguna manera nos recuerda la exhortación de Pablo a Timoteo: “Que nadie te desprecie por ser joven” (1Tm 4,12).

Jesús también vivió el rechazo de su propia gente; aún cuando quiso compartir con sus nativos la riqueza del Reino de Dios. Fue donde se había criado y allí, en la sinagoga, se puso a enseñarles. En un primer momento todo fue normal, porque, como los demás, asistía al culto sagrado, y tenía la potestad de predicar en la asamblea comunitaria.

El problema comenzó cuando Él empezó a hablar, dejando a todos perplejos. Lo conocían por fuera, pero no sabían lo que su Padre Dios le había confiado por dentro. Joven, a ti el Señor, te abre las puertas del entendimiento, de la profundidad del Espíritu. No estás llamado a quedarte en las orillas del misterio, limitado por el qué dirán. Jesús te lleva mar adentro, para que te sumerjas en el agua de su santidad. Ojalá que, al abrir la boca, también dejes a todos los incrédulos en asombro y comentando ¿Dónde aprendió este joven tantas cosas? Con todo, que tu objetivo no sea desconcertar, sino amar profundamente al Señor y dejarte amar por Él.

Tú y yo sabemos donde puedes aprender la sabiduría divina; no te limites a los libros de ciencia de tu carrera profesional, aún conscientes de que Dios es fuente de toda ciencia; también siéntate, sin prisa, ante Jesús Sacramentado. Descubre allí los tesoros inagotables del Señor, y de su seguimiento en comunidad cristiana. Ten intimidad con Jesús y con la Virgen María, ahí estará el secreto de que seas joven por fuera y maduro por dentro.

El desconcierto de la gente compueblana de Jesús tiene como dos matices diferentes: en un primer momento se turban por la enseñanza que le mana del interior, y en un segundo momento, por su parentesco: conocen a su madre, a sus parientes, y su profesión, carpintero. Lo han encasillado. Pero Jesús se les fue de sus demarcaciones mentales. Tú también, joven, escapa de todas las cercas que quieran estancarte.

Como Jesús, no repitas, por repetir, todo lo que ves hacer en tu tierra, en tus alrededores; estás llamado a ser águila en vuelo. Vuela alto, con las alas del Espíritu. Déjate sorprender por lo bueno que el Señor tiene para ti. Acoge la gracia de ser auténtico, en Cristo Jesús.

Señor: quiero ser joven y santo. Que los desprecios que reciba me sirvan para purgar mi vida. Dame la gracia de entregar mi juventud por el Reino. Perdóname, como dice el salmista, todos mis pecados, pues estos yo los reconozco. No me falta juicio para saber que he fallado. Te ofrezco, un corazón renovado, discípulo, obediente, manso para dejarse formar en tu sabiduría. Que tú y yo, Señor, dejemos a todos en el desconcierto del amor. San Juan Bosco, ruega por nosotros.

Pregúntate en tu interior:

  1. ¿Te han despreciado alguna vez por tu juventud? ¿Cómo viviste este desprecio?
  2. ¿Tú has despreciado a alguna persona? ¿Por qué? ¿Qué aprendiste?
  3. ¿Te estancas por el qué dirán o vuelas alto, como Jesús?