Mié. Sep 18th, 2024

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EL REINO COMIENZA CON LA FIESTA DEL ENCUENTRO.

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EVANGELIO DE HOY: 27/7/22 (Mt 13,44-46).

Mateo nos presenta dos parábolas sobre el Reino. Una de las particularidades de dicho género literario (o manera de expresar la predicación) es que ofrece un horizonte abierto de interpretación por la riqueza de las imágenes. Meditaremos detalles referentes a la complementariedad de las dos comparaciones a las que Jesús alude: “El Reino se parece a un tesoro”, “El Reino se parece a un comerciante”.

TESORO ESCONDIDO

El tesoro existe, pero está escondido; sólo lo descubren en el campo de la vida quienes se dejan guiar por la luz del Señor. “Quien busca encuentra”. “Quien lo encuentra lo vuelve a esconder”. Pareciera una actitud egoísta, “esconder” para que nadie más se lo lleve. Pero no. Realmente se trata de la prudencia sapiencial de quien ha descubierto, por gracia, el valor innegociable de Cristo (que es el Reino en persona), y lo “esconde” en el corazón, en el lugar más secreto donde nadie puede ir a arrebatarlo.
 
“Lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo”.  ¡Qué detalle!, no compra el tesoro, sino que “tesoro con todo y campo”. Se trata de optar por Cristo, y también su causa, con mucha alegría. No se escatima nada para deshacerse de lo antiguo y comenzar una nueva vida, con otras prioridades, otros valores, en Jesús y su campo, el campo del Reino.

COMERCIANTE DE PERLAS

El Reino se parece a un comerciante en “perlas finas”. Si en la primera imagen, “el tesoro” está en singular, porque el tesoro es Cristo, esta vez, la referencia a “perlas finas” está en plural. El Reino no se hace sin Dios, pero tampoco sin nosotros, porque Él, en su divina voluntad, en su insondable misericordia, lo ha querido así. Nuestro Señor se parece a ese comerciante que sale a buscarnos; somos a sus ojos “perlas de gran valor”. Cada uno es, en su corazón de Padre, “perla preciosa”. Tanto nos ama que ha dado todo lo que tenía para tenernos como suyos. Ha dado lo más valioso: su Hijo Jesús.
 
Señor: danos la luz de la verdad para poder descubrirte, dejarnos encontrar, y quedarnos contigo.
 
1. ¿Dónde está mi tesoro?
2. ¿Qué he dejado para comprarlo?
3. ¿Trato a los demás como “perlas preciosas de Dios”?