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A propósito del medio ambiente

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Todo lo creado por Dios es maravilloso. Su majestad se revela en la creación. Todas sus obras cantan y glorifican a su Creador mientras los seres humanos, que en vez de cuidar la naturaleza, la destruyen.

La enfermedad en el corazón humano ha dañado y enfermado también la Tierra, la madre y hermana del hombre y la mujer y la casa común de todos los seres vivos, nos recuerda el Papa Francisco en su contundente encíclica Laudato si.

La preocupación por la casa común también es el tema obligatorio en todas las conferencias mundiales de cambio climático y tiene consternados a científicos y se expresa en más calor, más huracanes y terremotos y catástrofes globales.

Los países ricos y sus ricos exfolian el planeta por la codicia y los pobres lo hacen para sobrevivir. ¿Hasta dónde hemos llegado como humanidad que se está haciendo difícil habitar el mismo planeta que sostuvo la vida humana por miles y millones de años? Si Hobbes estuviera vivo diría que el hombre no solo es un lobo para el hombre sino para todo lo creado. El depredador por excelencia.

Hay esperanza siempre que se tomen decisiones éticas. El planeta enfermo puede recuperarse. El papa Francisco hace un llamado a la familia humana a buscar un desarrollo sostenible e integral como principio del cambio.

Es un cambio interior lo que se necesita para salvar la Tierra y parte del convencimiento de que la vida vale más que todas las riquezas de este mundo.

Cuidar de la Tierra es entonces cuidar del otro y de todo. Cuidar de las generaciones futuras despojándonos de cosas inútiles, del consumismo y de la codicia humana que lleva a las masas a convertirse en esclavos del carro último modelo, de la moda y de todo aquello que no solo daña el planeta sino al mismo ser humano. No hay vuelta atrás. O cambiamos o perecemos. El cambio es la única esperanza posible para los ricos y para los pobres.