La mediocridad es una declaración de ruindad
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Tiempos mediocres de contenidos vacuos, donde el apogeo de los vicios como virtudes, envilece la humanidad.
La mediocridad, por falta de carácter, entereza y dignidad, se multiplica en ambientes tibios, que propician complejos y envidias. Es una plaga que carcome la dignidad humana, el sentido común y de trascendencia.
Las virtudes construyen; los vicios destruyen. Observe su alrededor y lo descifrará.
El ejercicio heroico de las virtudes requiere, denuedo, un valor en sí mismo.
Los vicios son propios de las tinieblas que obnubilan la razón y el sentido común.
Decir la verdad es el arma del bien.
El mediocre, sin parámetros morales ni ética, se ajusta al desajuste despojándose de su dignidad para adherirse a una masa inerme, característico del “tonto útil” que irremediablemente daña a la sociedad.
Las virtudes construyen la santidad y la santidad es no hacer pacto con la mediocridad.