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Homilía Domingo XXII Tiempo Ordinario 3/9/23

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Evangelio Mt 16, 21-27 Ciclo A

Aporte del P. Manuel García

En San Mateo, tres veces anuncia Jesús el Misterio Pascual en su persona. Todavía no le alcanza a Pedro la fe para asumir la muerte y resurrección de su Señor.

Son tantas las ocasiones en que la fe no nos alcanza. Se nos queda corta. El Apóstol es débil por naturaleza. No es un superhombre. Solamente un elegido entre la multitud que camina con quien ha confesado como Hijo de Dios. Solo le salvará la renuncia de la Cruz.

Su vida en manos de Dios. Pedro es a la vez piedra y fragilidad. Por ello, la Iglesia puede orientar a los esposos que no tienen fuerzas para sus compromisos, a los padres desorientados con sus hijos, a los miembros de la familia sometidos a la oscuridad, al abandono, a la incertidumbre, al desaliento y el desencanto con el mundo y con la misma Iglesia.

Jesús ha reprendido a Pedro porque le quiere apartar de su misión. Le ha llamado Satanás por entender el pescador que su Reino es de poder, gloria, riquezas y honores en lugar de la Cruz Eucarística, el precio mismo del amor, la experiencia de la libertad que da la generosidad vivida al extremo, la inconformidad permanente con un mundo de espaldas a Dios.

¡Queremos amar! ¡Queremos libertad! ¡Queremos no conformarnos con los criterios de este mundo! Nos arrepentimos como hizo Pedro del rechazo a Cruz y decimos: ¡Jesús, que tú Cruz sea nuestra Cruz, la felicidad verdadera, la real dignidad, la entrega que planifica!.

Con la Confesión de fe de San Pedro y de los Apóstoles pasemos a comulgar del Misterio del sufrimiento del Señor, y así encontrar la paz.

En Jesús, José y María Manuel, Presbítero. Evangelizar según el Magisterio de la Iglesia