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EL REINO DE DIOS TIENE SU REINA

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EVANGELIO DE HOY: 22/8/22 (Lc 1,26-38).

Hoy celebramos la memoria de Santa María Reina. Una Virgen coronada según los criterios de Dios. En el evangelio propuesto para su fiesta, el de la anunciación, nos muestra que Ella no buscó la corona. Sencillamente el ángel Gabriel se convirtió, en su vida, en sorpresa de Dios. Llegó, como presencia de Dios, a su lugar discreto y cotidiano, allí donde se encontraba en profundo silencio. Un silencio interior y un silencio externo, el que le permitió identificar la voz de un ángel.
 
En una pequeña aldea estaba desapercibida la que sería reina del Universo. Las cosas de Dios son así. Estaba con sus planes hechos, pero cuando se le dijo: “Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo”, algo nuevo comenzó en Ella. María no fue avisada para ser reina, sino para ser Madre. Con la santa maternidad le llegará la corona. Porque lo hizo como Dios lo había soñado. María realizó el sueño de Dios. Y Dios le hizo vivir lo que nunca había soñado. Su alegría no estará basada en la corona, sino en el Hijo. Por el Hijo sería coronada. Y su corona no movilizó su humildad.   
 
El Salmo 112 propuesto para la fiesta dice: “¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?”, muestra una de las particularidades de Dios, “abajarse”. Observe que está más allá del cielo. Pero la mirada del Señor no es difusa ni perdida. Su mirada busca, consigue, se detiene. La misma María cantará: “Ha puesto los ojos en la humildad de su sierva”. De la misma manera en que el Padre se abaja y el Hijo también, así María es la Reina que sabe abajarse, “su corazón no es engreído ni sus ojos altaneros”.
 
La humildad de María se vislumbra al contemplarla como Reina que se mantiene Sierva. Ella da importancia a los más pequeños, porque los méritos recibidos no se han subido a su cabeza. Los ha dejado en su lugar y para su fin. Así se entiende que sea peregrina, caminante, una palomita de Dios para socorrer a quienes necesiten. Así recordamos su visita a la prima Isabel.  
 
Le hacen saber a la Virgen que la misma Santísima Trinidad hará nido en su vientre. Estamos hablando de que una mujer de Nazaret ocupó el lugar más importante, más que el de todos los ángeles, los santos, los profetas, y los grandes personajes de toda la historia humana. Con todo, se mantuvo en profundo recogimiento, como si no estuviese aconteciendo nada humano, María entró en la santa humildad del cielo.
 
María es Reina por ser Madre del Rey, del que dice el ángel: “Su reinado no tendrá fin”. Ella comparte con el Hijo, desde siempre, esta corona perpetua. La maternidad de esta reina hace que las puertas de su castillo interior siempre se mantengan abiertas para todos sus hijos e hijas. Como Madre, no se conforma con un reino solitario. Su felicidad es estar rodeada de sus hijos, y que éstos aprendan de Ella los valores del Reino de Dios.
 
Santa María Reina, ruega por nosotros.
 
1. ¿Cómo me mantengo cuando recibo un lugar/puesto “importante”?
2. ¿Qué le dice la corona de María a mi propia vida y misión?
3. ¿Cómo obedece María al Rey que la hace Reina? ¿Y qué me dice María sobre mi propia obediencia a la voluntad de Dios?