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LA LLAMADA DE JESÚS A NATANAEL: UNA LUZ PARA RESPONDER A NUESTRA LLAMADA.

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EVANGELIO DE HOY: 24/8/22 (Jn 1,45-51).

Hoy celebramos a san Bartolomé apóstol, llamado originalmente Natanael. Vamos a recorrer, a manera reflexiva, las etapas de su vocación para que éstas iluminen nuestro proceso de encuentro y seguimiento de Jesús.
 

  1. Etapa de mediación: alguien le habla de Jesús. Felipe se acerca a Natanael y le dice que han encontrado aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas. Y se lo identifica: “Jesús, hijo de José, de Nazaret”. Aquí tenemos un detalle hermoso de parte de Felipe. No se queda con el tesoro escondido, habla de Jesús con un corazón ardiente; la experiencia con el Señor ha sido para él punto de partida, no de llegada. Hemos de estar atentos, el Señor nos llama a navegar con Él mar adentro. Y no pocas veces lo hace mediante alguien que llega con esta invitación. Nadie se pone a hablar del Señor a no ser que sea movido por el Espíritu Santo.
     
  2. Etapa de la duda o la vacilación. Ante la propuesta de Felipe, Natanael salta con una respuesta irónica: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”. Es la primera confrontación que él vive en el diálogo. Natanael se vislumbra como una persona de cierto nivel social, y entendido en asuntos de la Ley. No quiere decir que comprenda las cosas de Dios. Lo bueno de Dios sale por donde a Él le plazca. No ha de interesarnos de dónde sale esto bueno, sino buscarlo y encontrarlo. Jesús es lo bueno de Dios; quiere salir también desde dentro de nosotros mismos.
     
  3. Etapa de quemarse en el fuego. Natanael no puede quemarse con el fuego que ha experimentado Felipe. Por esto le dice: “Ven y verás”. Uno no descubre su vocación estando estático. Si la cosa comienza por la audición, continúa con la disposición de ponerse en camino. Esto nos enseña que nosotros hemos de ser mediaciones para que otros hagan su propia experiencia con Jesús, y dejarles el espacio.
     
  4. Etapa de la sorpresa: el Señor le ha visto primero. Cualquiera cree que es Natanael quien busca a Jesús, y es Jesús quien lo estaba aguardando. El Señor no se ha fijado en su terquedad, sino en la verdad más profunda dentro de él: enamorado de Dios, con un ardiente deseo de la llegada del Mesías. La mirada de Jesús recupera lo mejor de él y se lo deja saber, como quien dice: “no hay engaño en ti, eres verdadero”. Así sucede con nosotros, el Señor recupera lo mejor que tenemos para pulirlo y emplearlo en el Reino. Si el Señor confía en nosotros, no podemos desconfiar de nosotros mismos.
     
  5. Etapa del mutuo conocimiento y del seguimiento: Jesús le deja saber a Natanael que lo conoce. Le estaba dando seguimiento desde que estaba “debajo de la higuera”. Algunos consideran que esta higuera y su sombra remiten a la Ley. El Señor va, con su mirada traspasa la sombra que lo cubre y lo recupera. Así mismo, tengamos la confianza plena de que el Señor no nos deja pasivos en nuestras neblinas y confusiones. Él gestiona todo el proceso para que salgamos a la luz, la que viene con su encuentro. Una vez en la luz, Natanael ha podido confesar: “Tú eres el Hijo de Dios”.
     
    Con el Salmo 144: “En Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente”.
     

1. ¿En cuáles de esas etapas del llamado de Jesús me encuentro?
2. ¿Debajo de qué “higuera” la mirada del Señor me descubre? ¿Qué me hace saber Jesús de mí mismo?
3. ¿Encuentra verdad y sinceridad dentro de mí? ¿Puede decir el Señor de mí que no hay engaño?