No perdamos la Esperanza. ¡Esto pasará!
6 min readLa humanidad se encuentra en un momento de desequilibrio como no lo esperábamos, no solo en el orden social o económico, sino también en todo lo cotidiano. Todo se ha detenido, ya no tenemos aquella agenda desbordada con tantos afanes. Esa prisa con que vivíamos hace unos días, se ha encontrado con una luz roja inusual, severa y violenta, que nos ha obligado hacer un stop en la carrera con que llevamos la vida. Nos ha llegado una poderosa y famosa tormenta llamada coronavirus que ha cubierto la tierra por completo y nos ha puesto de rodillas a todos, sin importar los niveles de riquezas o cuán poderosos sean los países.
Solamente llegó. ¿De dónde? No lo sabemos; lo real es que esta aquí y nos ha cambiado el ritmo de la vida. Este enemigo tan microscópico se ha constituido en un adversario desafiante, que ha desnudado de par en par, lo vulnerables o frágiles que como seres humanos somos, sin importar condición social, económica, color, credo o nación. Y la gran verdad, es que, a pesar de tantos avances, no estábamos preparados, nos ha tomado por sorpresa.
Una densa neblina de incertidumbre cubre las naciones; se ha tocado el botón de pánico en diferentes regiones; ventarrones de inseguridades amenazan con llevarse nuestros propósitos, planes, sueños, vidas estables y sosiegos; también inundaciones de inseguridades se han colado en los pensamientos de poblaciones que no saben que comerán, que pasará con sus empleos, como pagarán las casas, hasta cuándo podremos soportar, entre otras realidades crudas; es decir, que de no encauzarnos como humanidad sin excepción, en tomar las medidas correspondientes, podemos encaminarnos de ser una crisis sanitaria hacia la conjugación de una crisis humanitaria de graves efectos.
Asimismo observamos también, actitudes que nublan la razón, cuando algunos quieren hacer de esta pandemia una crisis de la información, transmitiendo mensajes barnizado por lo falso y muy lejano de lo verdaderamente humano; su preocupación es ser influencers, sin importar que se degrade la dignidad humana hasta la más mínima expresión, o sin considerar las consecuencias terribles de confusión u oscuridad que pueden acarrear sus mentiras sacadas del mismo averno, solo por querer satisfacer egos e intereses. Incluso en este grupo, caen también aquellos que lo han cogido a chistes o con morbidez esta enfermedad, convirtiéndose en indiferentes ante este drama humano, a lo mejor confundido por la expresión popular ¨que a mal tiempo buena cara¨; pero Dios mío, que corazón es capaz de no comprender o querer desconocer esta lluvia de lágrimas que fluyen desde los distintos puntos cardinales ante tanto sufrimientos y desesperación, y entonces hacer de estas, un relajo mayúsculo. Por Dios no, así no.
Mientras otros que se han sentado en las altas cumbres de las redes sociales a solo rendir tributo a la crítica fácil, sin detenerse a reflexionar a que estas solo conducen al caos.
Pero bien, ya está bueno de describir tantos escenarios sombríos, que por más complejos que se vean o se vivan, no impedirán el renacer potente de la esperanza. Así lo creo y así lo pongo de manifiesto, esto pasará y nos levantaremos juntos como pueblo, dispuestos a contar cada rayo que destella el sol que se alza en la aurora. Poniendo a sonreír tus labios en una eterna y reluciente primavera de amor.
Es que mientras estamos viviendo esta cuarentena, es de dicha observar, tantos destellos positivos de esperanza, convertida en una avalancha de actos de bondad, que crecen como la verdolaga en el campo, reverdeciendo de solidaridad y de bien las praderas de este mundo terrenal. Unos atienden a los enfermos sin límites y sin pretender ser tendencias; otros salen a brindarnos seguridad; hay quienes dan de lo poco que tienen, otros de lo mucho que poseen, pero esta vez unidos en un mismo sentir que es ayudar a mi prójimo, sin nada a cambio; redes de voluntarios se ha creados para llevar de comer o atender a seres humanos vulnerables; ver tantos que se han dedicado a elaborar mascarillas desde sus hogares; mientras muchos despiertan cada mañana transmitiendo mensajes de aliento y de fortaleza; unos cantan el himno de la alegría, otros tocan el violín de la resiliencia; se escuchan aplausos por doquier, en favor del verdadero sentido de la vida, que es amar; unos han colocado los intereses colectivos por encima de sus intereses personales, dispuestos firmemente a procurar mejores soluciones.
Tenemos muchas casas convertidas ya, en verdaderos hogares, se ven, se hablan, se escuchan, se encuentran, comparten, y los álbumes de fotos han vuelto a tomar vida; se besan, abrazan y ríen a carcajadas con cuentos y anécdotas, han hecho del ¨Quédate en casa¨ una oportunidad de redescubrir y encontrar todo aquello que se había perdido.
Otros, desde el horizonte de la fe, elevan oraciones que se esparcen como polen de esperanza en el mundo; hay quienes han aprovechado este aislamiento para trabajarse a si mismo, señal de reconocimiento valiente, de que muchas cosas deben ser cambiadas, para así florecer una nueva persona.
Algunas ventajas.
Han florecido las ideas creativas desde los hogares, que buscan impedir que se pregone el aburrimiento en este aislamiento social.
De igual manera, vemos como ha bajado los niveles de contaminación de la tierra, pudiendo respirar ella misma su propio oxigeno; ríos se tornan cristalinos, playas muestran la intimidad de sus arenas y el retozar de sus peces; animales diversos visitan nuestras calles y casas, sin temor a maltratos.
Los conflictos bélicos en el mundo han disminuido en estos días de la pandemia, mientras crece las ansias de intentar alcanzar acuerdos más pacíficos; surge el ánimo de cooperación entre las naciones, la búsqueda del bien común, y renace una sensibilidad creciente por los más pobres y vulnerables.
Algo muy interesante, es que el valor del ser humano se ha colocado en el centro de nuestras miradas. La vida y la dignidad humana es lo que importa más allá de todo lo superficial. Por lo que el pensamiento que recorre en todos los hombres de buena voluntad en este instante es un ideal basado en el bienestar humano y la transformación de un mundo mejor y justo.
Siento que estamos sintonizado en poner fin a la pobreza, en odiar menos y perdonar más, en lograr un servicio de salud más asequible y humano; en tener una educación de más calidad y abierta a la sensibilidad social; en ser menos autosuficientes y más humildes; en agenciarnos energía más asequible y no contaminante; en confrontar menos y unirnos más; en generación de trabajos más decentes; en ser más abiertos a lo trascendente; en alcanzar un crecimiento económico con mayor y mejor distribución; en esforzarnos a la reducción de las desigualdades; en edificar ciudades sostenibles y con sentido de pertenencia; en promover el respeto a la vida más que en el quitar vidas; en producir y consumir de manera responsable; en lograr la construcción de una conciencia en favor del medio ambiente y los recursos naturales; en fin, en ser más sanos, para así tener una tierra más sana.
Creo, sin lugar a duda, que esta crisis es la oportunidad que esperábamos, para despertar aquellas cosas buenas que estaban dormidas. Ser emprendedores del bien en la construcción de nuestros sueños.