Ya volveremos a Misa, pero nos falta un protocolo.
2 min readDurante más de 2 meses, los católicos de la República Dominicana y de gran parte del mundo hemos estado impedidos de la participación en Misa con presencia de pueblo, a razón de la pandemia que ha paralizado y cambiado el modo de ver el mundo. Aunque somos conscientes de la eficacia del sacramento de la Eucaristía,cuyo poder trasciende toda distancia y barrera humana, lo cierto es que pastoral, espiritual, social y emocionalmente, la vivencia de esta celebración a través de los medios de comunicación no tiene el mismo efecto en la comunidad que cuando ésta se reúne en un lugar común para comulgar, cantar, orar y extenderse un abrazo de paz.
Reapertura de los servicios religiosos
Tras el último discurso del presidente Medina, la Comisión de Alto Nivel para la Prevención y Control del Coronavirus ha informado la fecha para reiniciar los servicios religiosos los domingos. Al detallar las 4 fases del plan de reapertura del país, explicitan que será a partir de la fase 2, prevista para el miércoles 3 de junio de 2020, cuando se podrán reactivar los oficios religiosos con presencia del pueblo de Dios, pero explicitan que solo los domingos se podrán tener estas actividades.
En la fase 3, prevista para iniciar el miércoles 17 de junio de 2020, se permitirá la realización de hasta 3 servicios religiosos por semana. El informe aclara que todo esto queda supeditado a que no se produzca una involución del brote pandémico.
Necesidad de un protocolo
Aunque la Comisión ha insistido en la necesidad de utilizar mascarillas en los espacios comunes, para las celebraciones religiosas no será suficiente con eso, si queremos continuar con éxito el proceso de recuperación de la pandemia.
Es responsabilidad de la Conferencia Episcopal Dominicana, en su calidad de jerarquía colegiada, o de cada diócesis, definir un protocolo para sus fieles que tome en consideración lo siguiente:
- La cantidad de personas por cada banco de la iglesia.
- La necesidad del uso de la mascarilla.
- La posibilidad de omitir los cantos, por la gran expulsión de saliva que genera.
- La forma de darse la paz.
- El modo para comulgar.
Los fieles nos alegramos sobremanera de poder volver a nuestra casa, que es la casa de Dios, pero sin dejar de lado la prudencia que es una de las virtudes de todo cristiano.