Graduarse del alma, un ejemplo de vida
2 min readGraduación que nunca comenzó
Durante meses, trabajaron para reunir dinero. Eran alumnos de un liceo secundario que este verano se graduaron como bachilleres. Su dinamismo permitió que pudieran soñar con un final de curso memorable. Así lo programaron, así lo esperaban. En esos planes estaban incluidos sus profesores y el director del plantel, muy querido por sus alumnos. Pero no hubo fiesta, ni siquiera una foto de la promoción, llegó el virus Covid 19 y la graduación se terminó sin empezar.
El dilema
Ellos, como muchos otros estudiantes este año, tenían ante sí el dilema de qué hacer con los miles de pesos recolectados. Algunos colegios lo resolvieron rápido, una simple división entre el número de alumnos, y le entregaron su parte a cada quien. Lo habían recaudado entre todos y ese dinero les pertenecía. Parece lógico.
El profesor enfermo.
La misma fórmula pudieron aplicar estos muchachos, pero ni consideraron repartirse el dinero porque el único plan que varió no fue el de la fiesta, aunque la hubiesen llevado a cabo, un invitado muy importante no podría asistir. El querido director del liceo enfermó antes de que el Covid 19 frustrara los sueños de sus estudiantes de lanzar al aire los birretes. Muy delicado, postrado en una cama con cáncer, este profesor vio llegar la pandemia, agravando su situación, pues desapareció una ayuda que recibía del exterior para sus medicamentos.
Nobleza perfecta
Sus discípulos no se lo pensaron mucho, decidieron entregarle todo lo recaudado y, para no perturbarlo, solo un pequeño grupo de ellos, una comisión, fue hasta su casa, donde su esposa recibió el aporte. Lo hicieron en privado, a fin de respetar la dignidad del maestro. Fue un acto de nobleza perfecto, como Dios manda. Sin buscar aplausos, ni reconocimientos. A sus más cercanos, estos alumnos les dijeron que, con esa acción, se graduaron del alma. Una frase acertada para describir su hermoso gesto.
Inolvidable
Yo deploro que su ejemplo no se haya extendido hacia otros liceos y colegios. En este momento, hay tanto dolor, tantos enfermos requiriendo asistencia, que parece un acto egoísta y superficial no aprovechar, esos recursos recaudados para las fiestas suspendidas, y destinarlo a alguien que necesite ayuda. Al final, dividido entre muchos, las cantidades reunidas no representan gran cosa. Dudo que, en el futuro, quienes los recibieron para su uso personal, recuerden siquiera en qué los gastaron. Mientras, tal y como ellos planearon, estos muchachos, que ayudaron a su maestro, sí tendrán un recuerdo inolvidable de su final de bachillerato, ¡recordarán siempre que se graduaron del alma!
Publicado en el periódico Listín Diario