Si hay tapón
3 min readEn una conversación informal entre conocidos hablando sobre el tema de la familia, nos comentaba una pareja de esposos acerca de una pregunta que se les hizo a un grupo de alumnos de un colegio establecido en la capital, sobre el tiempo que les dedican sus padres como hijos; prácticamente la mayoría contestaron sobre la escasez del mismo que estos les dispensan, pero hubo un estudiante que respondió con cierta ironía, con aires de protesta y desgano, llamando poderosamente la atención diciendo, que sus papas le dedican ¨quince (15) minutos y si hay tapón¨.
Esta respuesta a pesar de estar revestida de un toque de humor, trae consigo un mensaje que urge de una profunda reflexión y es un gran desafío para el ejercicio de la paternidad en la sociedad dominicana de hoy.
Estamos conscientes de lo acelerado que resulta vivir en estos tiempos, en donde las exigencias laborales son complejas y muy competitivas, es decir las obligaciones y ajetreos de los padres son muchas y absorbentes, hasta el punto que generan ciertos grados de insatisfacción e incertidumbre en los hijos; exponiendo ante los demás los solos que se sienten, como extrañan el poder estar con sus progenitores, conversar con ellos, el que estos les puedan ayudar o colaborar con sus tareas, verlos en las reuniones del colegio o escuela, recrearse o divertirse juntos; y estas ausencias generan en su interior vacíos de afectos que impactan en su desarrollo y crecimiento emocional, intelectual y espiritual, que pueden traer como consecuencias trastornos o fenómenos psicológicos, predecibles e impredecibles en el futuro; dicho lo anterior es que animamos el brindarnos una mirada al respecto, que nos permita optimizar el tiempo que les estamos brindando a ellos, posibilitando así una buena crianza plena y saludable.
De ahí es que se hace sumamente importante, organizarnos para equilibrar, acompañar y compartir con nuestros hijos; ya que esto, facilita y contribuye el conocerse mejor unos y otros, enriquece la comunicación, disminuye o evita las posibilidades de que extraños con malas intenciones puedan influenciar o tener control en ellos, además de que se fortalece la confianza con sus progenitores y estos sentirán su protección.
También se consolidaran los vínculos de amor, exponiendo con detalles tiernos y afectivos, la puesta en marcha de gestos, palabras edificantes y atenciones que blindaran ante los vacíos y dilemas de la vida, el corazón de nuestros hijos.
Sabemos que siempre será una preocupación mayúscula proveerle de la seguridad material, colmar las necesidades básicas, y por eso nos enfocamos o basamos todos nuestros esfuerzos en amueblar el exterior de sus vidas, llenándolos o queriéndolos cubrir de comodidades, olvidándonos así, de que la prioridad o necesidad elemental es amueblar el corazón y la mente de ellos, asumiendo con plenitud y responsabilidad el rol de ser padre.
Procurar la realización de nuestros hijos, siempre serán propósitos y sueños, por eso queremos y propugnamos por ser exitosos, muchas veces entrando en guerra contra el reloj, queriendo ser vencedores ante los molinos del tiempo, perdiendo de vista la verdadera razón o motivo por la que libramos nuestras luchas; es por eso que es oportuno reflexionar para no olvidar que: El éxito en tu vida no justifique el fracaso de tu familia.