“Velen porque no saben el día ni la hora”
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Cardenal Nicolás De Jesús López Rodríguez
XXXII Domingo del Tiempo Ordinario
8 de noviembre de 2020 – Ciclo A
a) Del libro de la Sabiduría 6, 12-16.
El Libro de la Sabiduría da una respuesta a la angustiosa cuestión del mal, del dolor y de la muerte.
Esboza una prueba de la existencia de Dios en la cual se inspirará más tarde San Pablo. Muestra que Dios extiende su misericordia a todos los seres sin excepción.
Las Sagradas Escrituras, conciben la Sabiduría como mediadora, y por ella se dice que Dios es accesible al encuentro, que está cerca, busca, sale al paso en todos los caminos.
En ella está el verdadero saber que ofrece término a todas las aspiraciones. Alcanza la sabiduría el que la persigue con afán y con amor.
b) De la primera carta del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 4, 13-18.
A los tesalonicenses les preocupaba el tema de la segunda venida de Cristo como juez del mundo, parece que compartían la expectativa de los primeros cristianos, incluyendo la del mismo San Pablo, que al inicio de su misión apostólica pensaba que vería ese momento de la segunda venida del Señor.
Anticipaban la resurrección de los muertos y, aunque algunos de los que se habían bautizado habían muerto, esperaban librarse de la muerte mediante la venida de Cristo.
Timoteo había llevado sus preocupaciones a Pablo, quien trata de responder y calmar sus temores en esta carta.
La esperanza cristiana radica en la resurrección de Cristo y su venida debemos entenderla como un proceso que se va consumando en la historia, pues Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos.
c) Del Evangelio de San Mateo 25, 1-13.
La parábola de las diez doncellas que esperan al esposo es exclusiva de San Mateo y los Santos Padres la explicaron a la primera comunidad cristiana, indicando que el banquete de bodas es el Reino de Dios; el esposo, cuya venida se espera, es Cristo; el retraso del novio es la demora de la Parusía. Las diez doncellas del cortejo son la comunidad que aguarda; la llegada repentina a medianoche es la hora imprevisible del Señor y la admisión o rechazo de las doncellas es la sentencia favorable o desfavorable en el juicio escatológico.
Posteriormente en las vírgenes necias se vio la exclusión del pueblo israelita en su conjunto. En cambio, las sensatas representaban a las naciones paganas admitidas al Evangelio del Reino de Dios. La parábola concluye así: “Por tanto, velen porque no saben el día ni la hora”. Las doncellas admitidas al banquete habían velado y, cansadas, se habían dormido al igual que las rechazadas; pero las primeras entraron a la sala del banquete porque fueron previsoras y se equiparon de aceite con holgura. Esta es la diferencia entre sensatas y necias. Por tanto, la conclusión podría ser: Estén preparados, bien equipados, porque no saben el día ni la hora.
Ante la seriedad del momento, se trata de destacar una responsabilidad personal que no es sustituible por nadie. La falta de preparación es precisamente la causa de la exclusión del banquete. La lámpara bien abastecida es el signo de la previsión y vigilancia, cualidades interiores, del espíritu; se tienen o se carece de ellas, pero no se pueden compartir o prestar. Hay que estar preparados hoy más que nunca; porque el final puede estar muy cerca. Debemos alimentar la luz bautismal constantemente con el amor y la fidelidad diaria, para no encontrarnos desprovistos de aceite en el momento culminante e imprevisible de la venida del Señor.