Vie. Mar 29th, 2024

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Meditaciones junto a San José

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San José, ser escogido portentosamente por Dios para representarle en cuanto a ejercer su paternidad frente a su Hijo de Dios.

Si profundizamos un poco más, casi me atrevería a agregar, que en cierto modo fue padre adoptivo de Dios mismo. No me puedo imaginar las condiciones especiales que gozaba este ser humano para ganar un favor tan increíblemente apetecido de cualquier mortal.

Según las Escrituras, era del linaje de David, y ya eso representa bastante porque David fue muy especial para Dios. Sin embargo, le falló. Este no fue el caso de José.

A pesar de que dudó de quién sería el hijo que llevaba en las entrañas su prometida María, no la rechazó, ni la acusó, ni la indujo a abortar. Sufrió temporalmente  y a solas su dolor.

Por su forma de ser junto a Dios, y su gran relación no solamente de palabras sino por la pulcritud de sus actos Dios se le reveló en sueños, con la historia de amor más bella que jamás será superada. Y él, se atrevió a creerle y seguir su proyecto de vida, que sería ser el custodio no solo de El mismo, sino de la salvación de la humanidad, al proteger su vida terrenal entre nosotros.

San José y el aborto.

Que diría San José actualmente, cuando tristemente la cultura de la muerte denunciada por San Juan Pablo II pretende arropar la humanidad, y pretende penetrar sus criminales tentáculos sobre nuestro país, queriendo algunos de introducir el terrible aborto en las «llamadas tres causales».

No hay causa que justifique un aborto.

No pienso extenderme en este tema porque quiero en esta entrega de hoy que contemplemos la disposición inmediata de un hombre que supo entender que sus propios planes no son nada si no van en la línea del Creador.

A veces no se entienden sus planes, pero cuando permite la vida es porque algún propósito le tiene asignado. ¿Quiénes somos nosotros, simple criaturas destinadas a amar y servir a Dios para aniquilar el ser que El le ha dado aliento de vida?

Presidente, legisladores, médicos, padres, y sobre todo tú, Madre, a quien Dios ha permitido engendrar al bebé que será el motivo o motor de tu existencia, digan sí a la vida, que siempre ha sido esperanza y amor.

San José cuya fiesta celebramos en tu año jubilar, ruega por nosotros.