Vie. Mar 29th, 2024

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El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará

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Hemos sido elegidos para dar la vida por los demás. Somos enviados a la misión evangelizadora para que el mundo pueda experimentar el amor de Dios. ¿Estamos dispuesto a cumplir la voluntad de Dios?

Nos resistimos. Estamos abogados con fuerza a nuestros proyectos personales. Tenemos un amor desordenado a los bienes materiales y afectos humanos. El Señor nos libera de todo eso y nos prepara para una misión muchos más importante que nuestros temas y preocupaciones mundanas.

Así como Jesús envió a los apóstoles, así nosotros somos enviados para que demos la vida en la evangelización. Seamos profetas de Dios que en total disponibilidad encendemos la luz de Cristo en todos los corazones. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,34–11,1):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él.

El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa».

Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.