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LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR:
Y NUESTRO CAMINAR, EN JESÚS, HACIA EL CIELO.

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EVANGELIO DE HOY: 29/5/22 (Lc 24,46-53).

Los pasajes de hoy: Hechos de los Apóstoles y el Evangelio de Lucas, al ser del mismo autor, se complementan. Por eso, la primera lectura dice: “en mi primer libro (evangelio), escribí todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles… y ascendió al cielo”. Hechos aclara que desde la resurrección hasta la ascensión, pasaron cuarenta días.

En esos cuarenta días nosotros también estuvimos en la escuela de Cristo, donde nos enseñaban el arte de ser personas resucitadas. Con las palabras vivas y eficaces que dirigía en los pasajes bíblicos cotidianos, también nos iba instruyendo a todos nosotros. De la misma manera en que el Pueblo de Dios peregrinó por el desierto, hasta llegar a la tierra prometida, así mismo Jesús caminó entre nosotros, y con nosotros, para dejarnos claro cómo llegar a la tierra que “mana leche y miel”, el corazón de la Santísima Trinidad.

Para alcanzar esta tierra prometida, allá donde hay muchas moradas, hemos de tener claro que se avanza en comunidad; con una sola cabeza, un solo magisterio, y un solo pastor. Así actúa Jesús y así nos instruye. Por esta fuerza y sólida comunión trinitaria, Él deja el liderazgo al Espíritu Santo: “Quédense en la ciudad, hasta que se revistan de la fuerza de lo alto”. Estamos en el tiempo del Espíritu. No se dispersa la comunidad sin haber recibido la vitamina que le permita evangelizar sin perder el sentido de unidad y comunión. Aquí nos vamos rotando todos, según el tiempo de gracia en que vivimos.

No le interesó al Señor que los suyos, mientras Él se marchaba, se quedaran mirando al cielo, estáticos. Con la ascensión, aunque el Señor deja de estar “habitualmente” visible para que le reconozcamos en su Palabra, en la Eucaristía, en los demás… está presente, en Espíritu, lo mismo que está presente María, asunta y resucitada, caminando con nosotros en las tareas pastorales por el Reino.      

Con la carta de Pablo a los Efesios, pedimos al Señor que nos mande, como Iglesia, el espíritu de la sabiduría y la revelación… para que así nos ilumine los ojos del corazón, y seamos capaces de comprender cuál es la esperanza a la que nos llama, cuál es la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros. Con razón canta el salmista: “Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas”.

Hoy, además tenemos otras dos fiestas: la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, con el lema “Escuchemos con el corazón”; y el día de las Madres. Pidamos su bendición y elevemos por ellas una súplica al Padre. Virgen de la Altagracia, intercede por la paz y el consuelo de todas las madres.