Vie. Abr 26th, 2024

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CONTEMPLAR A JESÚS DESDE UN CORAZÓN RECONCILIADO.

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EVANGELIO DE HOY: 3/1/23 (Jn 1,29-34).

El pasaje nos muestra a Juan que, mientras bautizaba, vio que Jesús venía hacia él. La presencia de Jesús en la fila de los pecadores llamó la atención del Bautista, y no lo dejó pasar desapercibido. Con el rito del agua, Juan iba introduciendo la necesidad de una vida nueva, mediante el arrepentimiento sincero de las faltas y los pecados. Pero de manera oportuna, él señaló al “cordero de Dios”, o sea “al humilde de Dios”, “al manso de Dios”, que quita plenamente el pecado del mundo; como lo justifica el santísimo Nombre, Jesús, que significa “Dios salva”.
 
Dos veces afirma Juan “Yo no lo conocía”. Y dos veces hace referencia a que salió a bautizar, siendo enviado a esto. Juan fue limpiando el camino, limpiando los corazones para que todos podamos conocer a Jesús. El Señor no puede ser conocido, en medio de la comunidad, en medio del pueblo, cuando la vida está desordenada y distorsionada. El desorden y el caos de vida impiden ver a Jesús cuando llega. El que Juan haya podido verlo, indica su pureza interior, porque los limpios de corazón ven a Dios. Juan no se conformó con verlo solo, quiso que los demás también lo hicieran.
 
Para Juan, el camino eficaz para que Jesús se nos manifieste es que nos reconciliemos con nosotros mismos, con Dios, con los demás. Cuando esto acontece, no sólo se ve al Señor, sino que se contemplan cosas mayores. Luego de haber visto, el Bautista contempló, o sea, pudo ver con los ojos del mismo Dios; identificó al Espíritu bajando del cielo como una paloma, posándose sobre Jesús. La paloma representa un nuevo comienzo de vida. Se le confirmó que a quien vio fue al mismo Hijo de Dios, quien bautizará con el Espíritu Santo.
 
El pasaje de este día nos invita a ver a Jesús, a contemplarlo, y a dar testimonio de Él. Si el Señor, estando libre de pecado, hizo la fila de los pecadores, nos toca a nosotros, con humildad, introducirnos en la dinámica de la reconciliación. Hoy que celebramos el Santísimo Nombre de Jesús, recordamos Filipenses 2,10: “Al nombre de Jesús toda rodilla de doble”. Que cuando veamos a Jesús venir nos encuentre con el corazón centrado, siendo testigos de la misma experiencia del salmista cuando dice: “los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios”.
 

1. En nuestra sociedad hacemos muchas filas: hay filas para pagar en el súper, filas para el banco, filas para documentos… ¿En mi parroquia, hay filas para confesarse? ¿Cuál de las filas me estoy preocupando por hacer?
 
2. ¿Cómo vivo la diferencia entre “ver” y “contemplar”?
 
3. ¿Qué me enseña hoy el Cordero de Dios, Él que es imagen de mansedumbre, humildad, sacrificio y entrega?