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SEÑALES DEL CORAZÓN: CUANDO SE VA ALEJANDO DE DIOS.

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EVANGELIO DE HOY: 7/2/23 (Mc 7,1-13).

La situación que vive Jesús con letrados y fariseos, escandalizados porque Él y sus discípulos comían sin lavarse las manos, nos sirve de referencia para identificar los rasgos de un corazón cuando se va alejando de las cosas de Dios. Meditemos:
 
Ese grupo de religiosos tuvieron la oportunidad de acercarse a Jesús; el tema que les plantearon les delató. No se aproximaron movidos por intereses trascendentes o fecundos, sino por exigir el cumplimiento de una tradición hecha por manos humanas. En ocasiones nos pasa, entablar conversaciones superfluas ante personas que pudiéramos aprovechar para crecer humana y espiritualmente. Pero cada quien habla lo que le interesa, y ahí es que nos descubren, dispersos o centrados, por la conversación y los temas que vamos planteando. Aquello que hablamos se convierte en señal para saber si estamos o no alejándonos de Dios.
 
El corazón se va alejando de Dios, como denuncia el profeta Isaías, cuando el interior se va quedando vacío. Se queda vacío cuando lo llenamos de rutina, cuando nos afanamos más por la forma que por el contenido. Cuando poco a poco vamos sustituyendo lo más genuino de la fe, que se gesta en el interior, para custodiar las realidades externas, que no suman a la madurez espiritual. Se queda vacío cuando no lo disponemos para el compromiso por la causa del Reino, y nos cansamos con cosas que no hacen historia.
 
Teresa de Jesús usa una imagen sugerente: “andar por casas ajenas”. Anda por casas ajenas quien vive pendiente de los demás y se olvida de su propio proceso. Al vivir con los ojos puestos en lo que los otros hacen y dejan de hacer, uno pierde la ocasión de hacer experiencia con Dios, porque cuando Él llega el corazón está entretenido, fuera de su propia casa. Nos vamos alejando de Dios al andar por casas ajenas.
 
Nos vamos alejando de Dios cuando detalles de la apariencia nos quitan la paz y la concentración. Y vamos por la vida, bien bañaditos por fuera y descuidados por dentro. Pero quien busca agradar a Dios, y sabe que Él se fija en lo de dentro, entonces se inquieta y procura lavar la vasija del corazón antes de alimentarse con el pan sagrado.  
 
El evangelio nos confronta a todos y nos anima a lavar el jarro de nuestra conciencia, la olla de nuestra memoria, los vasos de nuestros deseos profundos. El Señor nos quiere no distantes, sino cada vez más cerca, hasta llegar a la unión perfecta con Él. Cada uno sabrá qué opción de vida hace en los pocos o muchos kilómetros que nos quedan en este breve peregrinar.  
 
Señor: como el salmista reconocemos que somos creados por ti, a tu imagen y semejanza. Llevamos las huellas de tus manos, el aliento de tu existencia. No permitas que nos apartemos de ti. Que al contemplar el cielo, la tierra, y todo cuanto contiene, sintamos tu pertenencia. Queremos estar despiertos cada vez que nos visites. Que todas nuestras palabras, nuestros pensamientos y nuestras acciones, tengan presente que tú eres nuestro dueño y que somos nosotros obra de tus manos.
 
1. ¿Por cuáles asuntos me preocupo? ¿Qué ando investigando? 
2. ¿Mi corazón está unido al de Dios; me he ido alejando; en qué situación estoy? 
3. ¿Están conectadas mis palabras con mi corazón? 
4. ¿Por qué me ocupo más: de la realidad interna o externa?