Parodia de una nación atrapada por la inmundicia
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Agregaría, al título que encabeza este artículo, atrapada por la falta de educación. Podía pensarse, con razón, que se trata de una denuncia a la corruptela o corruptor, esto es, la “mala costumbre o abuso, especialmente los introducidos contra la ley y a quien corrompe».
No se trata de eso, sino de la disonancia que produce la basura fuera de sitio, en nuestras ciudades y campos, saturados por el plástico, botellas y otros desperdicios, Lanzados en los lugares por las prisas, el descuido, el desorden, o la pereza, que llevan a tirar las cosas como a cada uno se le ocurre y plazca.
Solo alguien que ha perdido el sentido común y la sensibilidad social puede mantenerse ajeno a lo que sucede sobre el desparpajo que identifica a una población carente de un mínimo de solvencia educativa, esto es, de atender las obligaciones adquiridas y asumidas en su condición de ciudadano comprometido con los valores. Sin duda, el ciudadano dominicano necesita más que una desinfección física o acatar normas de sanidad para su propia persona, un baño de valores que lo haga ser respetuoso con el medio ambiente y su entorno.
A guisa de ejemplo, en mi transitar todos los días hacia el templo para asistir a la misa diaria, recojo al mes un promedio de doscientos cincuenta a objetos tirado a la calle, por gente sin educación, que incluye plásticos, botellas (muchas veces llenas de orina), papeles, comida, entre otros desperdicios.
Continuaré haciéndolo, aunque todavía no he encontrado a alguien que me pregunte por qué lo hago o se cuestione sobre esto.
