Abrumado
2 min readEs un sacerdote muy dedicado, en medio de esta pandemia, su entrega se sale de lo común. Pero, durante una de sus homilías, le escucho quejarse, con rostro abrumado, porque dice que los feligreses lo buscan para todo, le hacen preguntas, constantemente, y le consultan, ¿padre, qué usted piensa?, ¿qué opina? Al oírlo, me quedé de una pieza.
Perdido
Qué perdido se escuchaba ese cura a quien Dios le ha regalado un gran discernimiento para guiar a otros. ¿Cómo se puede preguntar por qué la gente busca su consejo y opinión, no sabe que para un cristiano él es el representante de Jesús? Por influjo del Espíritu Santo convierte el vino en la sangre del Señor y el pan en Su cuerpo; le está permitido perdonar pecados, como el mismo Cristo lo hizo y, dice la Biblia, que, también por imposición de sus manos, sanará enfermos. Y muchos hemos sido testigos de los milagros de sanación que han ocurrido a través de sacerdotes, ¿cómo no esperar que ellos sean, entonces, nuestros mejores consejeros?
Tardiff no
A quienes les ha tocado, por ejemplo, el don de sanar, solo les queda utilizarlo sin preguntarse por qué la gente los busca, pese a que no son médicos. Recordemos al padre Emiliano Tardiff, quien oraba por los enfermos sin cuestionar a Dios la razón por la cual lo utilizó como su instrumento. Solo ponía al servicio de los hermanos el don que el Señor le dio, el carisma con el cual vino a este mundo.
Aunque molesten
Creo que, como Tardiff, el papel de todo cristiano es usar nuestros dones para la obra de Dios y la única forma de hacerlo que conozco es a través de los demás. Esos que, a veces, molestan, que tienen temperamentos tan diferentes a los nuestros. En ocasiones, parecen lerdos, y otras, súper sabios. Así hay feligreses que, por lo general, no consultan sus problemas, pero, un día, necesitan el discernimiento de su pastor. Y hay otros para quienes resulta imprescindible acudir al sacerdote. En esta época, no dudo que esa demanda de guía haya aumentado, resulte pesada.
Para servir
Lo comprendo. El que acude a la iglesia, en el mayor de los casos, piensa que un sacerdote tiene la sabiduría necesaria para consolar, orientar, discernir, aconsejar y acompañar. Por eso, tocan su puerta, lo buscan. Esto, alguna vez, debió llenar de alegría al religioso que escuché quejarse, porque, estoy segura, que entró al seminario con el deseo de servir. Pienso que, en este momento, como muchos de nosotros, está necesitado de consejo, le recomiendo acercarse a otro cura, ojalá que pueda escucharlo y no se sienta, también, abrumado.