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DEJARNOS HINCAR POR LA VIGA DEL PROPIO OJO

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EVANGELIO DE HOY: 21/6/21 (Mt 7,1-5)

El evangelio de hoy continúa con la predicación de Jesús en el Sermón del Monte. Luego de un amplio recorrido, toca un tema relevante vinculado a la actitud ante las limitaciones, defectos, pecados de los demás. Inicia con un mandato: “No juzguen y no les juzgarán”… Nos preguntamos ¿Cómo superar el vicio de juzgar? Busquemos respuestas en el mismo mensaje:

QUE LA PROPIA VIGA NOS LASTIME

Cuando tenemos, literalmente, una basura en el ojo, no se piensa en otra cosa, pues se siente un parpadeo repetitivo, que lo lleva a concentrarse en un solo interés: sacarla y recuperar la visión. Mientras la basura esté en el ojo las cosas se verán borrosas, imperfectas, torcidas, mal. Inmediatamente, si uno mismo no puede auxiliarse, busca ayuda para liberarse del incómodo. Hoy, Jesús, con la palabra “viga”, que también puede ser comparada a “tronco”, nos invita a dejarnos lastimar por ésta. Porque así nos preocupamos y ocupamos en mirar con mismos ojos que Dios mira. En la lógica de las bienaventuranzas, los limpios de corazón, sólo ven a Dios en todos lados. Descubren a Dios hasta en el más “despreciado” de los seres humanos. Dejarse herir por lo extraño que cae en el ojo lleva a suplicar misericordia. La misma misericordia con la que trataremos a los demás.

QUE LA MOTA AJENA NOS MUEVA A LA ORACIÓN

Hay un significativo contraste entre el tamaño de una “viga/tronco” y el de una “mota/pajita”. Cuando juzgamos, nuestra falta crece; además de la propia viga, pesa el atrevimiento de haber usurpado la tarea divina, quien en santidad y justicia tiene perfectos criterios para pesar las acciones. Es interesante percatarnos las veces que erramos en nuestros juicios. Nos equivocamos. No sabemos hacerlo. No es nuestro campo. Cuando lo hacemos, el mismo acto nos acusa. Los limpios de corazón nunca hacen juicios negativos. Hay una persona muy querida en República Dominicana, llamado Papá Severo, un sacerdote diocesano que refleja la bondad de Dios. Siempre que escucha cosas feas de alguien, suele decir “vamos a encomendarlo”. A sus 92 años, con una vida purgada por la oración, nos da las llaves para superar el vicio de juzgar a los demás.

Señor, te pedimos perdón por las veces que hemos juzgado a las demás personas, sin saber nada de éstas. Así como queremos que con nosotros tengan una buena medida de misericordia, ayúdanos a ocuparnos de limpiar nuestro ojo, de ser colirio de gracia que purifique nuestra visión. Queremos aprender a mirar con tu amorosa mirada.

  • ¿Desde dónde estoy viendo: con un ojo con viga o sin ella?
  • ¿Cómo mira Dios? ¿Cómo estoy mirando a los demás?
  • ¿Me van incomodando las pajitas que caen en mis ojos?