AL TOQUE DE JESÚS COMIENZA UNA VIDA NUEVA
3 min readEVANGELIO DE HOY: 5/7/21 (Mt 9,18-26)
El evangelio de hoy nos muestra el episodio de la sanación milagrosa, al encuentro con Jesús, de la mujer que sufría del flujo hemorrágico y de la hija de un funcionario. El relato está en los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas). Hoy tenemos la versión según Mateo, más resumido. Esta vez, nuestra meditación se apoya en el siguiente detalle donde converge la experiencia de la mujer y de la niña:
LE TOCÓ EL BORDE DEL MANTO…
Vamos a ponernos en el lugar de una mujer que pierde su sangre involuntariamente y desea vivir. Perder su sangre y perder su vida es la misma cosa. Su vida se le va apagando lentamente y, lo peor, que se le apaga sabiendo que se le apaga. Sabiamente, ella identifica en Jesús la luz y la sanación. Medita acercársele por detrás y tocarle el manto en busca de salud, y lo hace.
Muchas cosas hemos de aprender de esta mujer, pues hay diversas maneras de perder la vida. Cuando se va por la vida sin saber por qué se vive, ni por quién; cuando no hay un sentido ni se ha procurado descubrirlo. Se pierde en el chisme, en la ansiedad de conocer las últimas noticias, en la búsqueda de placeres transitorios, en la superficialidad, en la vanidad, llevando vida ajena. Se pierde dejando pasar las horas, sin leer ni hacer oración, sin servir a los demás, haciendo las cosas por hacerlas, sin saber por qué se hacen, sin gusto, sin pasión. En suma, sin encuentro con Cristo, se pierde la vida.
Esta mujer nos muestra la vía para recuperar la vida: salir al encuentro con Jesús. Tocarle el manto es adherirse a su proyecto. Jesús no se enoja cuando lo tocan sin permiso; está ahí, y todos tenemos acceso a Él. En Jesús no nos desperdiciamos; volvemos a vivir, pues nos incorpora a la comunidad de hijos e hijas.
… COGIÓ LA NIÑA DE LA MANO
En el primer caso, la mujer toca a Jesús; ahora, Jesús toca a la niña. En ambas ocasiones, es necesario, para volver a la vida, el encuentro con Él. Todos la crecían muerta y, realmente lo estaba; para quien es la Vida misma, esta niña sólo estaba dormida. Muchas cosas hemos de aprender con esta pequeña.
Algunas personas andan por la vida, dormidas, anestesiadas, como difuntos de cuerpo presente… no inspiran esperanza. No pocas veces, este tipo de personas desmotivan ayudarles, parece que todo esfuerzo converge en saco roto, se descartan. Sin embargo, Jesús es especialista en casos perdidos. En situaciones como estas, hay que acoger su mandato: “¡Salgan fuera!”. En la soledad con Jesús, sin flautistas ni distractores, es donde la miseria y la misericordia encuentran su espacio: es ahí donde Jesús entra, toma de la mano y la gente se pone en pie. Comienza una nueva vida.
Señor, queremos darle sentido a la única vida que nos regalas como don. No sólo deseamos tocarte el manto, queremos meternos en él, arroparnos con él. Despiértanos de nuestro letargo existencial. Manda a parar las flautas, entra en nosotros, danos la mano y ponnos en pie.
- ¿He desperdiciado la vida o la he vivido a plenitud?
- ¿Voy despierto por la vida?
- ¿Aunque se rían de mí, confío en los “casos perdidos”?