DEL MOSTRADOR DE IMPUESTO A LA MESA DEL BANQUETE
2 min readEVANGELIO DE HOY: 21/9/21 (Mt 9,9-13).
Las lecturas nos presentan una pausa en la narrativa de Lucas, porque estamos celebrando el día del apóstol y evangelista Mateo. El relato sobre su llamada nos presenta ricas imágenes, como cuando Jesús, al pasar, lo ve sentado en el mostrador de impuestos; y luego pasan juntos, a la mesa del banquete. Meditemos:
DEL MOSTRADOR DE IMPUESTOS
El mostrador de impuestos representa la injusticia social, el soborno, la explotación. Allí se sentaban quienes, en complicidad con el imperio romano, sometían al pueblo a pago de tributos. Estos cobradores eran mal vistos, siendo objeto de rechazo. Sin embargo, un día, al paso de Jesús, Mateo recibió una mirada diferente y fascinante. Una mirada que penetró la cáscara de los prejuicios sobre él, rescatándolo en su verdad más profunda, mediante una llamada, “sígueme”; y desde su verdad, Mateo pudo pasar de “estar sentado” a “levantarse y seguirle”.
A LA MESA DEL BANQUETE
El banquete comienza cuando Mateo recibe a Jesús en su casa. Entendemos “casa” no sólo como espacio físico, sino como dimensión interna, referida al corazón. Si en el mostrador estaba solo, aislado; ahora se vislumbra en comunión con más personas teniendo como centro a Jesús. La fila de los pecadores se puso larga tras la respuesta de Mateo. Al él sentarse en la mesa del banquete motivó a que otros también dejasen sus pobres mostradores. El texto señala los criterios para entrar al Reino, y escandalizan. Nuevamente se hace referencias a miradas excluyentes, que nada comprenden de amor. Si los mostradores enfermaban la existencia, en la mesa del banquete tenemos la sanidad; es en ésta donde convergen los enfermos para sumergirse en la misericordia. La casa de Mateo se convierte en dispensario para el médico, Jesús.
Señor: queremos que cuando pases te fijes en nosotros y que renueves la llamada que nos has hecho desde siempre. En ocasiones nos hemos sentados en mostradores extraños, que nada tienen que ver con tu Mesa. Míranos y llámanos todas las veces que sean necesarias. Estamos dispuestos a levantarnos y a recibirte en nuestras casas; casas de puertas abiertas para que otros lleguen, porque en asuntos del cielo nadie festeja solo.
- ¿Sintonizo la mirada sanadora de Jesús ignorando miradas hirientes?
- ¿Cuál ha sido mi experiencia en el dispensario médico de Jesús?
- ¿He pasado de los “mostradores” a la mesa del banquete?