Vie. Jul 26th, 2024

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Nuestra Señora del Santísimo Rosario.

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Un discreto y sencillo monumento, llamado la Seignadou, marca y lugar en que, estando en oración, recibió el Santo una gracia extraordinaria. Santo Domingo percibiera desde el primer momento toda la trascendencia de lo que entonces se le revelaba. Parece cierto que Dios le confirmó en su idea de fundar una Orden de Predicadores, que le confirmó también que eran aquellas tierras del mediodía de Francia el más adecuado escenario para dar comienzo a la tarea, y que la Santísima Virgen mostró mirar con especial predilección este apostolado dominical.

¿Ocurrió entonces la revelación del Santísimo Rosario? Ya hemos dicho que es poco lo que nos queda de fehaciente sobre aquella visión. El Santo no fue nunca explicito, pero la tradición unánime hasta tiempos muy recientes ha hecho a Santo Domingo de Guzmán fundador del rosario.

Pues Domingo de Guzmán manda a sus hijos que, al predicar a los pueblos la palabra de Dios, se dedicasen constantemente y con todo empeño a inculcar en los ánimos de sus oyentes esta forma de orar, cuya utilidad práctica tenía él harto experimentada.”

El parecer unánime de la tradición, robustecida por los documentos pontificios el celestial origen del Santísimo Rosario. La moderna critica pone, sin embargo, no pocos reparos a este sentir. Las trazas del rosario como devoción popular son muy posteriores, y aparecen con independencia de la actuación de Santo Domingo.

Que Santo Domingo de Guzmán concibió su apostolado y el de sus hijos con un matiz eminentemente mariano. no hay quien lo discuta. Que ya en los primeros tiempos de la Orden dominicana encontramos la recitación frecuente del avemaría, utilizando incluso cuerdas con nudos, también parece cierto.

Devoción al Santo Rosario

Comienza la devoción del rosario a extenderse en el siglo XV por obra principalmente de dos insignes dominicos: Alano de Rupe, forma latinizante de su apellido de la Roche, y Santiago Sprenger. El primero prefería la fórmula “salterio de la Virgen” más que la de rosario, que le parecía un tanto paganizante, y trabajó no poco en los Países Bajos por extenderlo. Sprenger no sólo consiguió extender grandemente el rosario por Alemania y los países del centro de Europa, sino que escribió un folleto de propaganda y consiguió la primera aprobación por parte de la autoridad apostólica el 10 de marzo de 1476, otorgada por el papa Sixto IV.

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En Vitoria, en el convento de Santo Domingo, había una capilla y altar bajo la advocación del rosario, a la que Adriano VI concede amplias indulgencias el 1 de abril! de 1523, confirmadas luego por Clemente VII y dos veces por Paulo III.

Los papas continuaron alabando esta devoción y cargándola de indulgencias. Pero quien verdaderamente aparece como eminente en la historia del rosario es San Pio V. Tras algunos actos de carácter más bien particular, el día 17 de septiembre de 1569 daba la solemne bula Consueverunt Romani Pontífices, en la que no sólo definía ya con exactitud el rosario, sino que además resumía y ampliaba todos los privilegios e indulgencias unidos a esta devoción. Continúa durante todo su pontificado trabajando por la difusión del rosario.

Y el 5 de marzo de 1572 da la bula Salvatoris Domini, en la que, recordando la victoria obtenida en Lepanto el 7 de octubre, permite a la Cofradía del Rosario de Martorell (Barcelona) que ese día celebren todos los años una fiesta bajo la advocación de la Virgen del Rosario, según lo había pedido don Luis de Requesens, señor de Martorell, que había estado presente en Lepanto. No parece que pueda decirse que fue San Pío V el que insertó en las letanías la invocación “Auxilium christianorum”, sino que tal invocación parece haber tenido origen en sus tiempos en Loreto mismo, por donde pasaron no pocos de los que habían participado en la batalla de Lepanto.

Su sucesor Gregorio XIII, el 1 de abril de 1533, extiende la fiesta del Rosario a todas las iglesias y capillas en que estuviera erigida la cofradía. Clemente Xl, en 1716 extendió la solemnidad a la Iglesia universal, unida al primer domingo de octubre. Sólo en 1913, como consecuencia de la reforma litúrgica que quiso descargar de fiestas los domingos, quedó fijada en el calendario de la Iglesia universal esta fiesta en el 7 de octubre, conservando la Orden dominicana el privilegio de celebrar la fiesta el mismo primer domingo de octubre.

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¿En qué está el secreto de la eficacia? Precisamente los mismos Papas nos lo dicen: en tratarse de una devoción que, siendo sencilla, está, sin embargo, llena de contenido. Sencilla, porque hartos estamos de ver cómo la más humilde mujercita sabe rezar su rosario. Llena de contenido, puesto que sistemáticamente nos obliga a recorrer los principales misterios de la vida de Jesucristo y de su santísima Madre.

El conocimiento y en la difusión del Santísimo Rosario es hacer obra muy grata a Dios Nuestro Señor y contribuir al arraigo y difusión de nuestra santa fe. La aparición de la Santísima Virgen en Lourdes y Fátima, así nos lo confirman. Como nos confirma también la admirable adaptación de esta forma de devoción a los tiempos modernos la asombrosa acogida que ha tenido la cruzada del rosario en familia, nacida en Estados Unidos y difundida por todo el mundo.