FE, ESPERANZA Y CARIDAD: PILARES PARA EL CAMINO CRISTIANO
3 min readEVANGELIO DE HOY: 8/11/21 (Lc 17,1-6).
Como siempre, Jesús nos habla claro en el evangelio, buscando que comprendamos la lógica del Reino. Llama la atención que en sus enseñanzas de hoy están presentes las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Meditemos en éstas a partir de sus instrucciones:
FE:
El aumento de la fe es lo que piden los discípulos a Jesús como resultado de la formación que les da. Las cosas del cielo, las cosas del Reino, no se comprenden sin ésta. La fe es un don. Es creer en Jesucristo, el Hijo de Dios. No por casualidad se dirigen a Él diciéndole: “auméntanos la fe”; el crecimiento de la fe no depende de la propia persona, sino de la gracia que le sea concedida. Ellos tienen fe, pero la consideran aún pequeña, no le es suficiente. Lo que Jesús propone supone dar un salto, desaprender lo aprendido para vivir a su modo. Es muy sabia la postura de estos discípulos. No piden cosas baratas. Dan en el clavo. Desde la fe las pupilas contemplan con los ojos de Dios. La fe de ellos está viva, pero necesita madurar. Le buscan el alimento cierto. Estar cerca de Jesús, dejándose calentar por su amor y nutriéndose de sus enseñanzas. Ahí nos dan el secreto para que nuestra fe, como la de ellos, se disponga a aumentar.
ESPERANZA:
La esperanza está muy unida al verbo “esperar”. No se entiende ésta sin la fe. Desde la lectura de hoy, se invita a perdonar desde la virtud de la esperanza. “La esperanza es el ancla del alma”. Es lo que permite perseverar a pesar de los escándalos. Es tan hermosa e importante esta virtud en nuestras vidas. Porque, aunque se le advierte a quienes provocan escándalo a los pequeños (quienes sirven con sinceridad, honestidad, inocencia, sin buscar beneficio propio), siempre ha de estar la esperanza de que la persona recapacite y se convierta. La esperanza, en este sentido, significa “esperar en el Señor”; a Él le toca el juicio, no a nosotros. A nosotros sólo nos queda, perdonar.
CARIDAD:
“… por medio de la caridad somos capaces de amar a Dios sobre todas las cosas, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, por amor a Dios” (Cf. CIC 1822). Sin este amor no es posible el perdón, ni la paciencia, ni las oportunidades para empezar las veces que sean necesarias, hasta llegar a perdonar “siete veces en un día”, o sea, perdonar siempre. El evangelio muestra que incluso, esos pequeños, escandalizados, también están llamados a perdonar. Porque la inocencia no se contradice. Es coherente en todos los espacios y en todos los sentidos.
Señor: con el salmo de hoy nos acercamos a ti “tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso…”. Así como los discípulos pidieron aumento de la fe, nosotros, además, te pedimos que también nos aumente la esperanza y la caridad. No queremos ser piedra de tropiezo para nadie. No queremos ser gente que debilita la fe de los demás con escándalos. Mira, Señor, si en algún momento vamos por mal camino, y condúcenos, siempre, hacia lo que esperas de nosotros.
- ¿Cómo está mi fe?
- ¿Cómo está mi esperanza en que el Señor puede transformar el camino de los que se doblan?
- ¿Cómo está mi caridad para perdonar las veces que sean necesarias?