Vie. Abr 19th, 2024

ApmPrensa

Agencia de Prensa APM

«NO SOY DIGNO DE QUE ENTRES EN MI CASA»: «PALABRAS DICHAS POR QUIEN TIENE A JESÚS DENTRO, SIN SABERLO».

2 min read

EVANGELIO DE HOY: 29/11/21 (Mt 8,5-11).

En este primer lunes de adviento, se nos presenta el relato del centurión romano. Si en este tiempo litúrgico se destaca el acontecimiento de la venida del Señor, meditemos desde esta perspectiva:

El pasaje inicia diciendo que Jesús entra en Cafarnaún; observemos su actitud de llegar, estar disponible para todos los pueblos y culturas. Esto tiene su fundamento en la Encarnación, donde Jesús se hace historia humana, universal. Una historia palpable en cada uno.

Por estar accesible, el centurión se acerca a Jesús e intercede por su criado en cama, paralítico, sufriendo. La generosidad de Jesús se deja sentir al ofrecerse para Él mismo ir a su casa a curarlo. Ojo: ¡Jesús llega para curar! La reacción del centurión realza su humildad: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano…».

Oportuno es el pensamiento de san Agustín cuando argumenta: «el centurión sólo pudo decir esas palabras porque ya Jesús había entrado primero en su corazón».

Adviento deja en evidencia las necesidades y las carencias nuestras, la urgencia de que el Señor venga a nuestra casa, con la fuerza de su Espíritu, para sanar nuestras parálisis, y nuestros sufrimientos estériles.

Adviento nos pone en movimiento: Dios que llega y nosotros que vamos a su encuentro. Es en este sentido que el Salmo recita: «Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor…». Ojo: ¡vamos en comunidad!.

Vivamos con esperanza y alegría la paz que Él deja en los «muros» que sostienen nuestras vidas; el gozo de la convivencia fraterna entre los hermanos: unos intercediendo por otros, como bien testimonia el centurión; con amor en abundancia para repartir y desearnos el bien mientras caminamos juntos.

Señor: gracias porque llegas discreto a nuestro corazón para sembrarnos el deseo de que vengas. Nos provocas amarte, reconocerte, respetarte, acercarnos a ti sin temor. Tienes una pedagogía extraordinaria. Nos das gozo para arreglar nuestra casa porque siempre llegas hecho Palabra de vida eterna.

  1. ¿Cuáles señales me indican que el Señor está ya presente en mi casa?
  2. ¿Cómo voy preparando ese encuentro formidable que se aproxima?
  3. ¿Cuáles cosas sobran en mi casa para recibir a Jesús y recibir a los hermanos?