Vie. Jul 26th, 2024

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ADVIENTO: TIEMPO PARA SANAR EL CORAZÓN Y ALIMENTARSE.

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EVANGELIO DE HOY: 1/12/21 (Mt 15,29-37).

Mateo, hoy, nos describe a Jesús subiendo a un monte, donde se sienta. Allí le llevaron diversos enfermos auxiliados por personas, pues no podían valerse por sí mismos. Situémonos en la circunstancia: Jesús en lo alto; los enfermos siendo subidos hasta Él. Lo más “bajo” de Jesús, sus pies, se convierte para la gente en cumbre. Con el gesto reconocen la autoridad del Señor y la pequeñez de ellos mismos. Para Catalina de Siena, los pies de Cristo son el primer escalón para alcanzar la altura de su intimidad. Es providencia divina poder alcanzarlos, pues el mismo Señor los dispone como garantía de sanación. Por sus pies se inicia el itinerario para unirse a Él; son escuela de humildad, gimnasio de santidad.

La gente, con Jesús, quedaba curada. Por las “acciones de amor” brotan las “acciones de gracia”: “la gente se admiraba al ver hablar a los mudos…”. De su persona brotaba la compasión, traducida en estas palabras: “Me da lástima de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer”. Su sensibilidad es grande; ni las mismas personas, embelesadas en Él, se habían percatado que estaban sin provisiones. La caridad de Jesús también se muestra con sus mismos discípulos, al hacerles partícipes de la misión, desde la pregunta: “¿Cuántos panes tienen?”.

A pesar de las interrogantes que ellos expresan, por la carencia y la multitud numerosa, hacen lo que Él les dice. Se disponen, en silencio, los “siete panes y los pocos peces”; y desde ahí se comparte el alimento bendecido, no sin antes acomodarse en el suelo. De hecho, observemos que los dos episodios acontecen en el suelo: la sanación (a sus pies), y la alimentación con el pan.

Señor: tiempo de adviento nos habla de encarnación, de tu abajamiento. Deseamos que llegues a nuestra humanidad y que nos hagas subir a la santidad que nos trae. Que sepamos corresponderte, Señor, dirigiéndonos a tus pies, para recibir la sanación de nuestras heridas. Alimentanos en tierra firme (en nuestra realidad). No queremos ser cristianos de ramas, sino de raíces profundas. Nosotros nos preparamos para saborear plenamente ese manjar que nos preparas con tanto esmero… como sólo sabe hacerlo en buen pastor quien, a base de amor y entrega, providencia todo para que nada le falte a los que en Él han puesto su confianza.

  1. ¿Estoy haciendo el viaje, en este tiempo, a los pies de Jesús?
  2. ¿Con qué «pan» me estoy alimentando?
  3. ¿Cuántos días llevo sin «comer» el manjar del cielo?
  4. ¿Alguna vez he sentido que voy en «ayunas» por el camino, con riesgo a desmayar?