Vie. Abr 26th, 2024

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Las Bienaventuranzas

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Estamos celebrando el VI domingo del tiempo ordinario, por eso el sacerdote se vuelve a vestir de verde. Y el Evangelio nos habla de cómo les hablaba Jesús a sus discípulos y a toda la gente que se aglomeraba ante Él, para oír Su Palabra.

Estas palabras, las Bienaventuranzas, siempre nos han cuestionado porque son de lo más difícil de practicar.

Solamente los que queremos vivir como verdaderos cristianos vamos a tratar de hacerlo. El Salmo 1 nos ayuda a comprender cuando nos dice: «Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor».  Y es que solo el Señor nos ayudará a poder vivir las Bienaventuranzas.

La segunda lectura, tomada de la carta de San Pablo a los Corintios, nos ayuda a comprender que la resurrección de los muertos es una realidad cuando nos dice: «Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos; el primer de todos».

En las lecturas de este domingo, se observa una especie de antítesis. Se contraponen la bendición de quien confía en Dios a la maldición para quien confía en los hombres.

Lucas, en el Evangelio, opone la dicha de los pobres y hambrientos, de los que lloran y son odiados, a los ayes de los ricos y de los satisfechos, de los que ríen y de los que son alabados por todos.

Finalmente, en la segunda lectura, se da una  contraposición entre los que no creen en la resurrección y en los que creen en ella. La vida humana es un ejercicio continuo de confianza. Los hijos confían en sus padres y sus padres confían en sus hijos. El esposo confía en la esposa y viceversa… En la vida espiritual toda la confianza se ha de poner en Dios, porque esta vida es completamente obra de Dios, los hombres solo somos sus colaboradores. ¡¡¡Amén!!!