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CONVIRTIÉNDONOS: NO OCUPAMOS EN BALDE EL TERRENO DE LA VIDA.

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EVANGELIO DE HOY: 20/3/22 (Lc 13,1-9).

Este tercer domingo de cuaresma el evangelio narra que contaban a Jesús historias trágicas de judíos, donde personas perecieron. El Señor les realza una manera más peligrosa y definitiva de perecer, la falta de conversión. Para ilustrar su enseñanza dice una parábola basada en la imagen de una viña, que representa al pueblo.

En la parábola, el propietario de la viña es Dios, y su Hijo el viñador. El mismo tiempo que dice el dueño que iba a buscar frutos sin encontrarlo (tres años), es el mismo que comprendió el ministerio público de Jesús. Se esperaba que la vida del Señor, su Palabra, y sus obras provocaran la conversión del pueblo, pero no fue así.

Se refleja, en el pasaje, la frustración del propietario. Ha sembrado una higuera con esperanza, con ilusión. No se ha sembrado sola. Las manos del Padre lo han hecho. No se ha descuidado. Ha dejado un viñador. Ha providenciado todo para favorecer la cosecha. No extraña entonces su expresión al constatar los viajes realizados, sin resultados, sin frutos: “Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno de balde?”.

Ocupamos terreno en balde, cuando vamos por la vida sin tomar conciencia de que Dios existe, y que espera mucho de nosotros; cuando estamos produciendo, pero no los frutos que el Señor espera. Cada uno hemos de preguntarnos cuántos viajes Él ha hecho con su “canasta” y ha tenido que devolverse vacío. Interesa considerar que lo que busca, no es para Él mismo, sino para el Reino del que todos y todas nos vamos a beneficiar.

En la parábola se refleja, al mismo tiempo, la misericordia y la compasión de la Santísima Trinidad. Se le da un chance a esa higuera perezosa: “Déjala todavía este año”. El viñador asume responsablemente un cuidado más delicado, más intenso, prioritario: “yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto”. ¡Cuánto interés en hacernos partícipes, en ofrecernos la salvación! Es mucho mimo expresado. Pero si con todo, no se responde, el destino final es cortarla.

Oración: Dios bueno y santo, estamos aquí. Todavía hay tiempo. No podemos dar frutos sin haber experimentado, en lo profundo, una seria conversión personal. Sin conversión los frutos salen dañados. Nosotros queremos dar frutos buenos. Gracias por darnos esta hermosa oportunidad, este tiempo de cuaresma donde tenemos chance de reflexionar con mayor detenimiento.

Queremos aprovechar todo. Nos da vergüenza que estés dando tanto viaje. Sigue cavando en nuestros corazones con tu Palabra, que ella penetre y nos sirva de abono. Estamos dispuestos, Señor; somos tu higuera y te agradecemos el habernos dado a tu propio Hijo como viñador. Ahora entendemos mejor el Salmo cuando dice: “El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles”.

  1. ¿Cuántas veces he visto al Señor llegar a mi “viña” para buscar frutos?
  2. ¿Estoy dando frutos?
  3. ¿Me están poniendo abono, me están dando un chance?
  4. ¿Cómo vivo en dinámica de conversión permanente?