Sáb. Jul 27th, 2024

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AVANZAR EN EL AMOR: DETENER LA CADENA DE VIOLENCIA.

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EVANGELIO DE HOY: 13/6/22 (Mt 5,38-42).

Vamos a iniciar la meditación del evangelio con una de las frases de san Antonio de Padua, por ser su día: “La puerta del cielo es baja, y quien quiere entrar debe necesariamente inclinarse. Nos lo enseñó el propio Jesús, quien al morir, inclinó la cabeza”. Podríamos considerar que Él inclinó la cabeza en la cruz, como lo hizo cotidianamente despojándose de su condición. Y es lo que nos enseña en el pasaje de hoy, donde se da continuidad al sermón del monte.

Han oído que se dijo: “ojo por ojo y diente por diente”… Esta antigua ley se fundamenta en dar al otro lo que merece. Pero Jesús nos enseña a avanzar en el amor. Con dar al otro lo que se ha ganado sólo alcanzamos una medida humana; ofrecerle lo no merecido eleva al nivel de la gracia. Así nos trata Dios, así desea el Hijo que seamos perfectos como el Padre lo es.

“No hagan frente al que les agravia”; esto supone quitarle los ojos a Dios, a su bondad, para ponerle atención al provocador. El Señor no quiere que nos gobierne la ira, sino el amor. “Si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra”; esto lo experimentó el santo Cura de Arz, quien al recibir una bofetada de una señora, le respondió: “Hermana, la otra se puso celosa”. Es un planteamiento que lejos de hablarnos de sumisión, nos enseña a detener la cadena de violencia en toda circunstancia. Deteniendo dicha cadena se enciende, al mismo tiempo, la chispa de la conversión. Quien no recibe lo que merece se confronta.

En un primer momento Jesús habla de las actitudes ante las provocaciones que tocan el interior, allí donde el orgullo nos puede enloquecer (como al recibir una bofetada); luego apunta hacia la dimensión de provocaciones más externas: “Al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñalo dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas”. ¿Por qué una persona llegaría tan fácil a soltar las cosas materiales? Porque sencillamente su tesoro está en el Señor, y nadie se lo puede quitar.
 
En la medida en que vamos dejando que Jesús nazca y crezca dentro, así todo va quedando fácil de dar. Dios entra y las manos se abren con mucha facilidad. Somos felices siendo útiles para todos. Porque lo que amamos, allí donde el corazón reposa nos acompaña en todas partes: en las millas extras, en la desnudez de quien todo lo ha dado… Nos despojan, y Dios permanece. Quienes nos piden las cosas nos dejan más libres para amar, más ágiles para servir.
 
Vamos a pedir la intercesión de nuestra Señora de la Altagracia. Que como a Ella nos llene la gracia. Queremos quedarnos, Señor, vacíos de nosotros mismos. Ser cántaros abiertos y disponibles. Deseamos canalizar nuestras energías de manera sapiencial. No es tiempo de perder el tiempo en discusiones ni peleas que no cambian para bien esta historia ni tienen sabor a Reino. Señor, ayúdanos a reclinar el corazón y la cabeza. No queremos estar en el mundo para que haya más gente. Queremos crecer en el amor, y tú no nos pones límites.
 
1. ¿Estoy armando algún pleito, por qué?
2. ¿Cómo sembrar paz en provocaciones de violencia?
3. ¿Por qué la oración, la unión con Dios me sostienen espiritualmente para detener la cadena de violencia?