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EL SEÑOR NOS DA SU CORAZÓN PARA AMAR: VIVAMOS CON ALEGRÍA ESTA EXPERIENCIA.

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EVANGELIO DE HOY: 14/6/22 (Mt 5,43-48).

En pocos versículos nos enfrenta con una de las notas más decisivas del seguimiento de Jesús, “el amor a los enemigos”. Vamos a partir de un ejemplo de vida:
 
Cierto día una persona oraba, como era su costumbre, y en el transcurso de dicha oración, sin buscarlo, comenzó a rezar por alguien que le había hecho mucho daño. Se sorprendió de que los sentimientos hacia dicha persona agresora, y lo que le deseaba en ese momento (paz y bendiciones) eran totalmente contrarios. En el instante tomó conciencia de que no estaba orando con sus sentidos, sino que el Espíritu Santo había tomado la ruta de sus sentimientos, encausándolos hacia el corazón de Dios. No rezaba por su cuenta, sino que el Espíritu le educaba en cómo hacerlo, y así aprendió.
 
Con las fuerzas humanas no seríamos capaces de hacer lo que Jesús nos pide: “Amen a sus enemigos, y recen por los que les persiguen”. Es el mismo Señor que nos da su amor para amar en nosotros. Nos permite entrar en experiencia con la perfección del Padre, quien “hace salir el sol” y “manda la lluvia” sobre todos, sin distinción ni clasificación, sin entresacar quién o no se lo merece.
 
Hay unos verbos secuenciales en el texto que nos ponen a reflexionar: “amar”, “rezar” y “saludar” a los enemigos. Al observarlos nos damos cuenta que el mandato que Jesús nos hace no es quedarnos cómodos en nuestro interior.

No basta una buena disposición oculta, en silencio, anónima; implica el paso a reflejar hacia fuera lo que el Espíritu hace por dentro. Podemos entender por “saludar”, salir al encuentro de una mirada, de un gesto; es el paso a la “no indiferencia”. También se extiende a la actitud de servir y colaborar, a la manera de no negar a nadie ni nuestro “sol” ni nuestra “lluvia”.
 
Quizás podamos decir que “no tenemos enemigos”, pero sí encontramos en nuestro campo de relaciones gente con la cual no hacemos empatía, o sencillamente no tenemos en cuenta para nada. El Señor hoy nos saca de nuestra zona de comodidad. Nos manda a cruzar la frontera humana y a adentrarnos en el campo de su santidad.

Pudiera ser esta lectura, tomada a serio, un trago amargo por lo que implique hacerla vida; con todo, la propuesta encierra una extraordinaria motivación para que la vivamos con alegría. El regalo que se ofrece a quien de corazón sincero lo asuma es: “ser hijos e hijas del Padre que está en el cielo”.
 
“Señor, danos la gracia de amar con tu corazón”.
 
1. ¿Para quiénes son mi “sol” y mi “lluvia”?
2. ¿De qué me alimento para amar con el amor de Jesús?
3. ¿A cuáles personas concretas he de tener presente en mi oración?