Sáb. Sep 7th, 2024

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LA VOLUNTAD DE DIOS:
UNIFICA LA FAMILIA DE JESÚS.

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EVANGELIO DE HOY: 19/7/22 (Mt 12,46-50).

“Estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con Él”. Así comienza el pasaje de este día. Uno se imagina a Jesús ocupado con el gentío, hablándole del Reino, enseñándole el camino de la vida y de la salvación… No se dice por qué lo buscaban, aunque sí pudiéramos preguntarnos.

Algo grande debía de estar pasando para que la Madre saliera a procura de Jesús. Pocas veces Ella sale a escena en la vida pública del Hijo, y siempre que lo hace, se puede verificar, es porque está envuelto en alguna controversia.
 
La misión de Jesús estaba dando mucho de qué hablar, incluso, entre los suyos: “Sus parientes fueron a hacerse cargo de él, pues pensaban que estaba fuera de sí” (Mc 3,21). Con este presupuesto situamos la intervención de alguien que le avisó a Jesús, en medio de su función: “Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo”.

Entremos en la escena: imagine a un familiar suyo, con el que ha compartido tantas cosas en intimidad y cercanía, y que luego necesite hasta de mediación para hablarle. Se nota entonces, que la misma familia de Jesús tuvo que hacer un proceso para comprender su misión.  
 
Jesús deja caer una interrogante que todavía hoy resuena en nuestro interior: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” ¿Usted se ha fijado que “madre” está en singular, y que “hermanos” está en plural? ¿Qué nos pudiera decir? Él, señalando con las manos a sus discípulos dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos”.

Toda la fuerza sanguínea, el amor familiar, se sintetiza en un solo núcleo, representado en quien se ha tornado discípulo de Jesús. Hay evidencias de sobra que muestran a María en esta doble vocación de madre y discípula. Las cosas de Dios no se contradicen; es la que ha dicho desde siempre: “Hágase en mí según tu Palabra”.
 
Jesús añadió a su comentario: “El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ese es mi hermano, y mi hermana, y mi madre”. Como todos queremos ser familia, por la fe, de Jesús, se hace oportuna la pregunta: ¿Cuál es la voluntad de Dios para nosotros? Desde siempre Él ha querido que sus criaturas participen de su ser, sabiduría y bondad (CIC 295).

Nos quiere santos (1Ts 4,3), como hijos adoptivos (Ef 1,5-6). Desea nuestra felicidad, una felicidad donde Él sea glorificado (CIC 294). Espera que quien vea al Hijo y crea en Él tenga vida eterna (Jn 6,40). Aguarda, de esta manera, que practiquemos el bien, sin importar el sufrimiento que implique (1P 2,15). Con razón, la Iglesia nos habla y nos acompaña para conocer “el misterio de su voluntad”, la cual es: buena, agradable, perfecta (Rm 12,2).
 
Señor, gracias porque por el bautismo nos hace partícipes de esta nueva familia, alimentada con los manjares del cielo y comprometida con la edificación de tu Reino en la tierra. “Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación”.
 
¿Deseo hacer la voluntad de Dios en mi vida? ¿Rezo para realizarla, para quererla sinceramente? ¿Ayudo a más personas para que la descubran y se sumen a la familia creyente de Jesús?