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CONVERTIRSE Y CREER EN EL EVANGELIO

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EVANGELIO DE HOY: 9/1/23 (Mc 1,14-20).

Ya culminó, en la liturgia, el tiempo de Navidad; ahora estamos en tiempo ordinario, que hará una pausa el martes antes del miércoles de ceniza. En este transcurso ordinario, como el nombre lo indica, estaremos meditando lecturas y predicaciones referentes al misterio de la vida cotidiana de Jesús.
 
Al comenzar a leer el evangelio de Marcos, teniendo como foco identificar las primeras palabras de Jesús, nos encontramos con esta sorpresa. El pasaje de este día nos muestra dichas palabras, sin desperdicio, como todas las de Jesús. Sólo que éstas son como un plato fuerte de entrada: “Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: conviértanse y crean en el Evangelio”.
 
“Se ha cumplido el plazo”. Las palabras surgen en un contexto, donde ya Dios había hablado a su Pueblo en distintas ocasiones y de muchas maneras. Pero en ese momento, estaba hablando mediante su Hijo. Todos los recursos se han agotado en Jesús para que la gente entienda de una vez la voluntad de Dios. Ese mismo plazo se nos vence hoy. No podemos decir que no sabíamos, porque ya se nos han dicho, en el Señor, todas las cosas. Sabemos por dónde andamos. Somos conscientes de qué tanto estamos regateando nuestras vidas al Señor. Pero ahora, se nos ha cumplido en tiempo. El Evangelio nos confronta. No hay excusas válidas. Hay que tomar decisiones y ordenar la vida con honestidad.
 
“Está cerca el Reino de Dios”. El Reino ha llegado en la persona de Jesús. En Él el Reino se te acerca, te invita a entrar en su dinámica. El Reino brota dentro de uno mismo cuando acogemos al Señor sinceramente, y le damos el primer lugar en la vida. Quien se deja conducir por el Espíritu va mostrando con su vida la cercanía del Reino de Dios. El Señor nos provoca para que abramos bien las pupilas de la contemplación y pongamos nombres a las señales del Reino que nos circundan. No importa que tan escondidos estén dichos signos, hay que buscarlos, porque sí están en medio de nosotros y en nosotros mismos.
 
“Conviértanse y crean en el evangelio”. No se nos dice, de entrada, que creamos, primero debemos convertirnos. Se nos ha cumplido el tiempo, y debemos hacer caso a Jesús; a las personas que nos hablan mediante Él. Convertirse es no poner resistencia a lo bueno que se nos ofrece. Es dejarse de terquedad. Es aceptar la nueva dirección de vida; aceptar que se ha vivido un error. Es una mudanza interior y exterior tanto en los pensamientos como en las actitudes, para bien; el que se refleja en la propia vida y en las relaciones con los demás, incluyendo la misma naturaleza. Convertirse es dejar que el corazón endurecido se transforme en corazón de carne, blando, manso, obediente. El proceso de convertirse, se parece al modo de preparar la tierra para la siembra. Una vez arada, entonces se planta la semilla del Evangelio, en la que hemos de creer.
 
Señor, gracias porque nos llamas a seguirte. No te importa lo que fuimos, sino lo que queremos ser con esa iniciativa de involucrarnos en tu proyecto. Gracias por darnos la oportunidad de un nuevo nacimiento. Nosotros también queremos dejar las antiguas redes, no queremos remiendos contigo. Ayúdanos a dejar nuestros apegos y resistencias. Nada más formidable que los años o el tiempo que nos quede en esta vida, centrarla para pescar hombres y mujeres para tu Reino.  


1. ¿Vivo en proceso de conversión permanente?

2. ¿Siento que se me ha vencido el plazo, o sigo postergando lo que debo de cambiar?

3. El Señor nos dice hoy “vengan conmigo” ¿con quién me estoy yendo?; nos dice: “Les haré pescadores de hombres” ¿me dejo formar por Jesús?