Vie. Jul 26th, 2024

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LA PIEDRA DESECHADA.

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LECTURAS DE HOY: 10/3/23.
(Gn 3-4.12-13ª-17b-28; Sal 104; Mt 21,34-43.45-46).

La imagen de “la piedra desechada” también se vislumbra en la primera lectura de hoy tomada del Génesis; la figura de “José” la representa. Él sufrió el rechazo de sus propios hermanos, y lo más duro de esta historia fue el por qué. Además de ser el hijo preferido de su padre (Israel), por haber nacido de la mujer que más amaba (Raquel), José tenía el don de interpretar los sueños. El cariño especial del padre, y el don recibido de Dios, le salieron caros. Sin embargo, la narrativa muestra un refrán sobre él: “La gracia de Dios siempre le acompañaba”.
 
José guardó silencio; ya fuese en el pozo o cuando lo vendieron, cuando le levantaron calumnia o cuando estuvo preso, el desprecio no deterioró su personalidad. No perdió los elementos necesarios para permanecer siendo piedra en torno a la cual se determinarán las otras piedras menores. Quien vive sostenido en la gracia no le cala el odio ni el resentimiento, permanece sano, sin perder la esencia. Es Dios y no los otros quienes determinan las actitudes de vida.
 
Jesús es la verdadera piedra angular desechada; lo expresa así en la parábola de hoy. Él es el Hijo querido, enviado a la viña plantada por el Padre. Luego de haber enviado, el propietario, tantos criados (profetas), no esperaba que también al propio Hijo le iban a desechar hasta darle muerte, con el fin de quedarse con lo de Él, con su herencia, con su Reino.
 
La cuaresma es tiempo para reflexionar cuántas veces hemos desechado lo bueno que el Señor nos da para nuestro propio bien. Quizás no hemos valorado lo suficiente ser, en el edificio, “piedrecita de relleno” por el afán de ser “piedra esquinera”. Lo cierto es que en la obra del Señor, siendo Él la piedra angular, todos nosotros, los bautizados, lo tenemos de centro y referencia. Él determina nuestra identidad y misión.
 
Señor: prepáranos con tu fuerza espiritual para tener consistencia en nuestra misión. Ya vemos como el desprecio, el sufrimiento, también han de ser asumidos por quienes se disponen a fomentar tu Reino. Que no nos amedrenten las humillaciones por tu causa. Al mismo tiempo, Señor, danos la gracia de experimentar los nutrientes de tu amor, para no perder el sentido ni el horizonte en tu caminar. Que tu gracia siempre nos acompañe.

1. ¿He desechado, alguna vez, algo bueno y fundamental para mi vida?
2. ¿El desprecio me ha hecho retroceder en la misión? 
3. ¿Quién está siendo “piedra angular” en el edificio de mi vida? ¿Cómo mi respuesta se refleja en el diario vivir?