Vie. Jul 26th, 2024

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ES EL SEÑOR.

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EVANGELIO DE HOY: 14/4/23 (Jn 21,1-14).

Revisando la vida personal y comunitaria podemos identificar momentos como los vividos por los discípulos. Son experiencias de la noche. La noche del no saber, del no comprender, de la falta de alegría, y de fe. Los discípulos, animados por Pedro se lanzaron a pescar y, al irse solos, no agarraron nada. Sin Jesús no tuvieron resultados. Las redes quedaron vacías.
 
Llegó la ocasión cuando, los pescadores, sin que supieran cómo, comenzaron a ver el amanecer en su travesía. El discípulo amado pudo rezar bajito: “Es el Señor”. Fue Él quien llegó con la luz de su pregunta: “¿Tienen pescado?”. Les hizo encontrarse con su realidad sin su presencia: “No habían pescado nada”. Fue el Señor quien les introdujo en el conocimiento de sí. Pero no les dejó solos ni vacíos. Les orientó hasta experimentar la sobreabundancia con la cual les bendijo.
 
Es el Señor, no somos nosotros. Él hace que nuestra barca, nuestra vida, nuestra Iglesia, reviente de peces, de amor, de dicha y felicidad. Es el Señor que nos hace saltar al agua, como Pedro, para empujar con ánimo hacia el puerto seguro. Es Él quien renueva nuestras fuerzas y nos da el valor de volver a comenzar. Consolida la fe.
 
Cuando los discípulos vieron, en la orilla, unas brasas con un pescado puesto encima y pan, constataron nuevamente: -“Es el Señor”; sólo a Él se le ocurre afanar con leñas, luego de resucitado, para darles de comer amorosamente. Es el Señor. Ni la gloria plena, manifiesta en su vida, le ha hecho relativizar la dignidad del servicio.
 
Aunque eran tantos peces no se rompió la red, porque sencillamente, es el Señor quien ha armado todo. Si lo hubiesen acomodado los discípulos, explotaría. Pero, las cosas de Él son así.
 
Que Jesús resucitado sea evidente en nuestro diario vivir. Que, como los discípulos, no tengamos el atrevimiento de preguntarle su identidad; porque sepamos, en nuestros adentros contemplar y meditar: Es el Señor.

1. ¿Con quién me voy a “pescar”?
2. ¿Es de “noche” o ya “amaneció” en mi vida?
3. ¿Dónde descubro al Señor en mi diario vivir; cómo lo identifico?
4. ¿Hago que, con mi vida, otras personas identifiquen la presencia del Señor?