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PASTOR SIEMPRE: SU PRESENCIA PERMANENTE EN NUESTRAS VIDAS

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EL SALMO DE HOY: 30/4/23 SALMO 22.

Este IV domingo de pascua (domingo del buen pastor), me detengo de manera especial en el Salmo 22, porque sirve de base teológica para el conjunto de las lecturas.
 
El salmista recorre su propia vida y constata que nunca le ha faltado la presencia del Señor, comparado a un pastor. La estrecha relación entre un pastor y su rebaño sirven de horizonte inspirador para él poner nombre a la experiencia de Dios en su vida. El Señor lo ha liderado siempre. Y lo descubre en todo, empezando por la providencia cotidiana de su sustento. Dios se ha manifestado hasta en el pan de cada día y en el agua que sacia su sed para reponer sus fuerzas.
 
El pastor primero es justo y luego instruye por los caminos de justicia. Es una pedagogía extraordinaria; porque el salmista ha gozado de justicia gracias al pastor, y así es capaz de entender sus enseñanzas, comprometiéndose con ellas.
 
De la misma manera que el orante, en el Salmo, ha identificado al pastor librándolo de los valles tenebrosos; esto es, de situaciones extremas de peligros y dificultades, nos queda a nosotros, a su vez, descubrirlo. En ocasiones no sentimos su presencia, y es porque está discretamente dándonos fuerzas para permanecer y perseverar en el camino. Comprobada su fidelidad, sólo queda decir una sólida expresión de confianza: “…ningún mal temeré, porque tú vas conmigo”.
 
La “vara” y el “cayado” del pastor representan su poder. Un poder al servicio de la vida. Ellos dan consuelo. No se dice que Él evita las persecuciones de sus “ovejas”, sino que permanece con éstas para custodiar sus vidas. El buen pastor ejercita la gratitud. Por eso prepara la mesa, unge, y hace que la copa rebose. Quien ha experimentado el favor del Señor agradece. Y se compromete a hacer lo mismo con los demás.  
 
Jesús personifica al buen pastor y lo lleva a su culmen, “dar la vida por las ovejas”, haciéndose puerta para que todas entren. La imagen de Pedro en la primera lectura nos recuerda la vocación y el corazón del pastor para guiar a su pueblo. Desde el bautismo estamos llamados a un pastoreo compartido en torno a un solo rebaño y un solo pastor.

1. ¿Dónde descubro al pastor en este momento de mi vida? 
2. ¿De mi experiencia con el pastor, qué actitudes del pastor se han quedado en mí? 
3. ¿Me dejo guiar, conducir, instruir…? ¿Cómo distingo la voz del pastor de la voz de los bandidos?