Vie. Jul 26th, 2024

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EL SABER Y EL PRACTICAR:UN ABRAZO DICHOSO.

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EVANGELIO DE HOY: 4/5/23 (Jn 13,16-20).

“El criado no es más que su amo”, “ni el enviado es más que el que lo envía”; estas son las palabras de Jesús luego de haber lavado los pies a sus discípulos. Ellos sabían lo que el Señor les estaba comunicando en esas frases, pero en el contexto se tornan exigentes. Les instruía de manera distinta y perfecta. Porque siendo Él el “amo”, se había abajado para servir a los “criados”. Y siendo Él quién “envía”, había asumido la integridad del enviado. Jesús revela los secretos de santidad, de unión con Él. El servicio mantiene la dignidad intacta y, contrario al opacar al de mayor rango, le da consistencia a la autoridad.
 
Muchas cosas buenas se saben, y casi siempre nos deleitamos al conocerlas. Hoy se nos dice que el saber compromete. Los saberes son esas referencias teóricas que direccionan el camino. Pero de nada sirven si se tornan bancos de conocimientos estériles, incapaces de hacerse vida. Jesús nos anima a vivir su verdad. Es la única manera de avanzar hacia su centro. Por eso, el evangelio ha de leerse siempre bien despacio, para que vaya involucrando nuestra conciencia y plasme los desafíos prácticos de cada aprendizaje.
 
En el corazón del pasaje, el Señor nos plantea y nos advierte un reto mayor cuando dice: “El que compartía mi pan me ha traicionado”. El pan es del Señor. Él mismo es Pan. Y se da. El Señor sacia el hambre de infinito. Arrima su plato. Ofrece confianza. Y, luego, es “traicionado”. Aquí se presenta un profundo sentido del servicio. Parte de la gratuidad y la gratitud. Uno puede pulir la intención con la que sirve, pero no puede controlar la actitud en cómo dicho servicio es acogido y valorado. Hay que madurar para estar firme ante cualquier eventualidad. En todo caso, no nos toca evaluar ni condenar, sencillamente, servir.
 
Lo más extraordinario en todo esto es la experiencia del “abajarse”, pero abajarse con Jesús. Cuando estas actitudes nacen de la sinceridad del corazón puede escucharse el murmullo de su voz: “Yo soy”. “Yo soy el que sirve en ti”, “…el que va en ti”, “…y cuando te reciben, a mí me están recibiendo”, “vamos juntos en presencia trinitaria”. La persona que vive las enseñanzas que el Señor propone, goza de una paz profunda, porque ha experimentado la dicha del abrazo entre el saber y el hacer.  
 
Señor: tú nos lo das todo, y quieres que vivamos como si no tuviésemos nada. Danos la gracia de tu libertad y tu disponibilidad. Danos algo de tu humildad. No queremos subirnos cuando tú te bajas tan fácil. Nosotros también queremos experimentar la vida bienaventurada. Que podamos conocer aquello que estemos dispuesto a vivir. Y que si no alcanzamos a vivirlo, los conocimientos permanezcan resonando en nuestra conciencia, sin callar, hasta llegar al abrazo dichoso.

1. ¿Cuáles cosas de las que sé, y que son buenas, no he podido hacer vida? ¿Por qué se han quedado en teorías? ¿Qué pienso hacer para liberar las enseñanzas del evangelio? 
2. ¿Qué me dice la expresión: “ser libres para servir”? 
3. ¿Qué me enseña Jesús cuando Él no calcula ni selecciona las personas a las que sirve? 
4. ¿Sirvo para que me agradezcan o ya me he desapegado de todo esto?