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“NO LO PERJUDIQUES”.

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LECTURAS DE HOY: 5/8/23 (Lv 25,1.8-17; Sal 66; Mt 14,1-12).

En las palabras que Dios dirige a Moisés para guiar a su Pueblo, aparecen dos veces la referencia a “no perjudicar” a los demás. El mensaje se contextualiza en los lineamientos del jubileo a celebrarse cada 50 años, donde los israelitas podían disfrutar de un nuevo comienzo, con el perdón de las deudas, y la recuperación de los bienes perdidos.
 
El empleo del verbo “perjudicar” justamente se utiliza en medio de cuestiones referentes a la “compra” y “venta” de propiedades, asuntos de cosechas, precios y cobranzas. El Señor exige honestidad y temor de Dios allí donde la persona puede verse tentada a acaparar para sí más de lo debido.
 
El evangelio denuncia el perjuicio al inocente, Juan Bautista. Herodías prefirió continuar con la cadena del mal, en vez de aceptar la profecía y convertirse. Para “acabar” con Juan Bautista involucró a varias personas, haciendo crecer su falta. Se aprovechó, en primer lugar, de su propia hija, a quien le hizo pedir la cabeza del profeta. El rey Herodes, a pesar de entristecerse con la petición de la joven danzarina, no quiso detener el mal, porque consideró su imagen, y la reputación de su palabra orgullosa, más importante.
 
Las lecturas nos advierten las veces en que nos podemos perjudicar a nosotros mismos y a los demás. Nos hacemos daño cuando nos distanciamos de la medida de Dios, de su santidad y su justicia. Cuando nos falta el discernimiento para distinguir y separar, y situarnos en el lugar y la realidad precisa. Cuando los pensamientos, las actitudes, el obrar, giran en torno al provecho personal, sin tener en cuenta la verdad de los otros.
 
El Salmo 66 nos da la clave para superar el perjuicio. Primero, reconociendo que necesitamos que el Señor tenga piedad de nosotros. Que ilumine su rostro sobre nosotros, o sea, que haga morada en nosotros, para así conocer sus caminos, su manera, su pensamiento; y regirse conforme a su verdad y su justicia. Si la tierra ha dado su fruto, es porque el Señor la ha bendecido y nos bendice. Vivir desde esta bendición nos hace santos. Los santos alaban y sirven. Nunca perjudican.
 
Señor: enséñame tus caminos y que camine conforme a tu voluntad.

  1. ¿Alguna vez he buscado ventaja para mí en perjuicio de otra persona? 
  2. ¿He aconsejado mal para buscar beneficios personales? 
    3. ¿He intentado, alguna vez, alterar la conciencia de alguien, buscando complicidad?
    4. ¿Cómo comprendo esta frase: “La mejor almohada es una sana conciencia”?