Lun. Oct 7th, 2024

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“QUE EL DIA DEL SEÑOR NO LES SORPRENDA COMO UN LADRON”

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Durante esta semana hemos estado leyendo pasajes de diferentes santos: San León Magno, San Martín de Tours, San Josafat, San Leandro, etc.

Este domingo 33 del tiempo ordinario, prepara de un modo inmediato la solemnidad de Cristo Rey del Universo. “El Día del Señor, nos dice Pablo en la Carta a los Tesalonicenses, llegará de un modo inesperado y que debemos vigilar y vivir sabiamente para no ser sorprendidos.

El Evangelio compara la vida humana a un talento, un don que El Señor nos dio y que hemos de hacer fructificar. Al crearnos, Dios ha compartido con nosotros algo de sí mismo. El desea que nos convirtamos en personas de bien. Por eso, lo sensato es negociar con los talentos recibidos y con la inteligencia y la voluntad producir aquellos frutos que Dios espera de nosotros.

Así pues, cada uno con los dones recibidos debe ponerse al servicio de los demás conscientes de que El Señor volverá y tendremos que rendir cuentas de las obras realizadas.

El Libro de los Proverbios muestra el ejemplo de una mujer que hace rendir su vida y cualidades. Es una mujer hacendosa, activa, laboriosa en la caridad, diligente en el obrar. No es perezosa, vanidosa o egoísta. Su especial sensibilidad no la vuelve hacía sí misma, sino que trabaja con sus manos y extiende sus brazos a los necesitados. Quien encuentra una mujer así, encuentra un tesoro.” (Tomado de Rayo de Luz)

¡Cuántos tesoros encontraremos hoy en nuestros días! ¿Es la mujer así hoy, en nuestro entorno? Es verdad que todavía aparecen algunas, “frutos” de hogares cristianos que dieran su vida para ayudar a los demás, Pero, nuestra realidad es, que estamos rodeados de personas que simplemente miran su propio interés y no el de los demás.

El Salmo de hoy fue el que elegí el día de nuestras bodas, porque es de veras invaluable; “Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien…Tu mujer como parra fecunda en medio de tu casa, tus hijos como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. Esa es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sion, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.

Es por eso que debemos de estar siempre alerta, porque no sabemos cuándo vendrá El Señor. Así que no durmamos como los demás, sino que estemos vigilantes y atentos para que El Señor nos encuentra siempre listos a su Encuentro. Amén!