Jue. Oct 10th, 2024

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“SEÑOR, ENSEÑAME TUS CAMINOS…»

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Instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.” Este Salmo 24, yo lo repito continuamente, especialmente cuanto necesito que El Señor me guíe por sus caminos. Que no me distraiga con los espejismos del mundo. El Evangelio de hoy trata de la elección de los apóstoles por Jesús; cómo los va escogiendo uno a uno.

Las lecturas de hoy están en el medio de Su Predicación. Jesús según el Evangelio de Marcos, comienza su predicación en Galilea, invitando a la CONVERSION. Pero una conversión verdadera, porque el verdadero convertido vive con la conciencia de que la apariencia de este mundo pasa.

«Convertirse significa dejar el camino equivocado de una felicidad aparente y enderezar los pasos hacía el camino del bien, de la verdad y de la plenitud. En la vida de la Iglesia, el Bautismo es el lugar de la conversión primera y fundamental; pero la llamada de Cristo a la conversión, a impulsos de la gracia, sigue resonando en la vida de los cristianos, como tarea ininterrumpida de penitencia y renovación.” (tomado de Rayo de Luz)

En este tiempo de Pandemia que nos ha tocado vivir, hemos aprovechado para leer y releer el Mensaje de Cristo y darnos cuenta de lo difícil que es llevarse de él sin la ayuda del Espíritu Santo.

Hemos estado entre la fiesta de Nuestra Señora de la Altagracia y la Conversión del Apóstol Pablo el 25, pasando por la vida de grandes santos, como San Vicente, y San Idelfonso y tantos otros que hicieron maravillas en su época y siguen haciendo todavía hoy en día, y nos damos cuenta de que siempre ha sido difícil ser cristianos hoy en día como lo fue en el pasado.

Y nos preguntamos como lo hizo Tomás: “¿Cómo vamos a saber el camino? Jesús nos responde con una propuesta provocadora: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6) El es el verdadero camino hacía el Padre, quien amó al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en El tenga vida eterna. (Jn 3, 16) Esta es la vida eterna: “Que te conozcan a ti el único Dios verdadero, y a Jesucristo tu enviado”.

La fe en Jesús como Hijo del Padre es la puerta de entrada a la Vida. Los discípulos de Jesús confesamos nuestra fe con las palabras de Pedro: “Tus palabras dan Vida eterna” (Jn 6, 68): “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.” (Mt 16,16)

Esta es nuestra fe, la fe que profesamos. Que el Señor Jesús nos ayude a permanecer fieles a ella. Amén