Vie. Abr 26th, 2024

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“LA ANSIEDAD Y DEPRESIÓN: ENFERMEDADES DEL SIGLO 21”

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El panorama epidemiológico de los trastornos mentales y problemas psicosociales es vasto y complejo. Según la Organización Panamericana de la Salud, una de cuatro personas, sufrirá un trastorno mental a lo largo de su vida, es decir un 25% de la población. Una de cuatro familias tiene en su seno, al menos, uno de sus miembros, con algún tipo de trastorno mental.
Y observamos con profunda preocupación que la salud mental está siendo amenazada por el incremento de los problemas psicosociales que atentan contra la convivencia social, la armonía en la familia y el bienestar del individuo: la violencia intrafamiliar, social, la delincuencia y criminalidad, el abuso de sustancias, los embarazos en adolescentes, los ambulantes desprotegidos que viven a cielo descubierto en condiciones infrahumanas y la conducta suicida en adolescentes.
La salud mental no es detectable fácilmente, por el mismo paciente, que muchas veces se hace de la “vista gorda”, e incluso sus familiares, porque es una condición que nadie desea tenerla. No es bien visto todavía en nuestras comunidades. Y no podemos olvidar que es la FAMILIA el primer ambiente donde se gestan estos males.
Nos preocupan nuestros jóvenes y adolescentes, porque el vacío que producen en sus vidas, los problemas psicosociales, los debilita en su voluntad y decisión a la hora de actuar.
Emocionalmente desde los 21 años, es que el joven alcanza la madurez. Vivimos en un mundo frenético y turbulento. En el Instituto de la Familia, hay un programa de conciencia activa, con un aval científico, que mejora el rendimiento académico, mejora la relación entre los compañeros y elimina el Bulling.
Aprendemos a maneja los conflictos. Controlar las emociones y mejorar los controles de nuestra vida. Con este programa aprendemos a lograr la calma en nuestra propia familia. Las técnicas están diseñadas de acuerdo a la edad y los padres son los terapeutas de sus hijos. Evita que los adolescentes entren en conflictos delictivos. Pero, depende de la conducta de cada familia. Los padres son los expertos de sus hijos, observándolos continuamente.
Pues, decididamente, tenemos que entender que solamente en FAMILIA, y con ayuda de profesionales bien entrenados, podremos lograr dominar, que la ansiedad y la depresión “arrope”, la vida de nuestros jóvenes y adolescentes.
Y es que la FAMILIA no puede delegar su misión de “Formadores de personas, Educadores en la fe, Responsables del desarrollo integral de cada uno de sus miembros, y el Servicio a la Vida.”
Sugerimos volver a leer la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, de San Juan Pablo II, sobre la Familia, como resultado del Sínodo de los Obispos sobre la Familia, de 1980. Todavía está vigente. Vamos a valorar nuestra propia familia, y tratar de vivir conforme a la Voluntad de Dios en nuestra vida familiar. AMEN