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¿DÓNDE ESTOY PLANTADO?, ¿SOY EL ÁRBOL SOÑADO POR DIOS?

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LECTURAS DE HOY: 13/6/21 (Ez 17,22-24; Sal 91; 2Cor 5,6-10; Mc 4,26-34)

Las lecturas de hoy se apoyan, especialmente, en imágenes de la naturaleza para hablarnos de la manera en que Dios piensa y actúa, lo mismo que Jesús; en ambos una inseparable sintonía en los criterios de arrancar, plantar, hacer crecer, acoger, dar fruto, agradecer. Meditemos:

ARRANCAR Y PLANTAR, NUEVAMENTE, UNA RAMA

Ezequiel inicia hablando de la acción de Dios: “arrancar” una rama de un alto cedro y plantarla nuevamente en la cima de un monte elevado. La imagen habla de su desencanto con personas concretas de la élite social de la época, que se han “subido”, se han “crecido”, se han olvidado de lo que son; se han llenado de orgullo, se han inflamado… Entonces, Él toma la decisión de arrancar, del mismo árbol, algo bueno, “una ramita”. El acto expresa que no todo está perdido, hay esperanza. El Señor interviene en la historia con una postura, una decisión; reinvierte el orden social con otros criterios. Definitivamente, la humildad refleja su pensamiento, no tolera la arrogancia. No quiere árboles deleitados en su propia altura, ocupando puesto, sin dar frutos.

HACER CRECER (MISTERIO DE FE)

El evangelio muestra que, Dios se apoya en manos humanas para echar la semilla en la tierra. Pero, mientras la persona duerme, Él hace crecer. Hay dos tareas en el trabajo por el Reino: una la que nos toca a nosotros cristianos, y otra la que le toca a Dios. Por ejemplo: nos toca evangelizar, dar testimonio, tener compromiso; pero es Dios quien mueve los corazones, los dispone para la conversión a su hora y a su momento. Dios transforma en secreto. La sabiduría es identificar los márgenes: cuándo nos toca a nosotros intervenir y cuándo le toca a Dios. Él siempre hace su tarea; nos hace crecer con una esperanza, de nosotros queda si le agradamos o no. Con todo, no puede suavizarse su postura, quien no produzca fruto, conservando la humildad, será arrancado.

ACOGER EN LA SOMBRA Y DAR FRUTOS

Tanto en Ezequiel, como en el evangelio, se espera que todo ese follaje, que el Señor ha hecho crecer, sirva para algo: anidar, dar cobijo… El árbol no puede comerse sus propios frutos. Su vocación es dar para los demás. No importa qué pequeños seamos, nos recuerda el granito de mostaza, lo decisivo es honrar el motivo por el cual nos han sembrado.

DAR GRACIAS

El árbol no se ha realizado por él mismo. Por eso nos recuerda el salmista: “Es bueno dar gracias al Señor”; nos hace bien. Es honestidad espiritual. El agradecimiento y la justicia van de la mano, se abrazan. A Dios se le endulza el corazón con el agradecimiento. En este sentido, nos recuerda San Pablo: “esfuércense en agradarle”. No es fácil. ¡Esforcémonos!. “Quien nos ve, debería leer la Palabra que hemos meditado en nuestras actitudes” (Benedicto XVI).

Señor: “Caminando en la fe sin verte, danos la experiencia de sentir tu misericordia”.

  • ¿Dónde estoy plantado? ¿Dios me ha plantado ahí? ¿Es el lugar que ha soñado para mí?
  • ¿De qué aguas se alimentan mis raíces?
  • ¿Para quién es la sombra de mi follaje?
  • ¿Los frutos de mi árbol se han privatizado o están disponible con toda gratitud?
  • ¿Estoy siendo agradecido con Dios y con los demás?