Sáb. Abr 20th, 2024

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LOS DEMONIOS SE ATORMENTAN CON LA PRESENCIA DE JESÚS

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EVANGELIO DE HOY: 30/6/21 (Mt 8,28-34)

El evangelio de hoy nos presenta a Jesús trasladándose a la otra orilla del lago de Galilea (sudeste) donde habitan los llamados gerasenos, tenidos como paganos. La aproximación a este relato nos permite reflexionar, paralelamente, lo que acontece cuando Jesús se presenta en nuestras orillas existenciales. Meditemos:

DESDE EL CEMENTERIO, DOS ENDEMONIADOS SALIERON A SU ENCUENTRO

Los endemoniados salieron del cementerio, lugar muerte. Estaban cómodos en ese lugar. Tenían lo que querían: personas esclavizadas y control de la zona a base de terror. La referencia a la furia y al miedo son claros indicios de presencia maléfica. Nadie se atrevía a transitar por aquel camino. Sin embargo, Jesús caminante y Camino, se presenta allí, con determinación, para liberar. Se percatan, los endemoniados, que el asunto es con ellos. Salen a dar la cara, del lugar de muerte, al encuentro con la Vida (Jesús), para disputarse y defender su espacio.

¿QUÉ QUIERES DE NOSOTROS?…

Jesús, en un primer momento, no ha dirigido la palabra a ninguno de los endemoniados. Tampoco ha hecho ningún gesto. Sólo se ha presentado, pero no se ha presentado solo. Con Él está la fuerza trinitaria. La presencia de Jesús, a quienes los demonios reconocen muy bien, como Hijo de Dios, les atormenta, les denuncia, les deja en evidencia. En este sentido, dijo Santa Catalina de Siena que cuando el diablo intenta, por lo menos, aproximarse al espacio de gracia divina, sucede lo mismo que una mosca cuando se acerca a una olla hirviendo, muere inmediatamente por el vapor.

SI NOS ECHAS, MÁNDANOS A LA PIARA

Esos demonios no querían estar en el aire. Necesitaban algún cuerpo, algún alojamiento donde sentirse a gusto. Detestan ser desterrados, necesitan casa y la buscan con insistencia. Por eso dicen, por lo menos, si nos echas mándanos a la piara de puercos. Reconocen, que no tienen fuerza para hacer frente a Jesús. Pero ni siquiera los puercos le aguantaron, perecieron ahogados en el mar, que simboliza lugar de perdición. Si los puercos no le aguantaron, imaginemos el tormento que vivían las personas lastimadas con esos malos huéspedes.
EVANGELIO DE HOY: 30/6/21 (Mt 8,28-34)

LOS DEMONIOS SE ATORMENTAN CON LA PRESENCIA DE JESÚS

El evangelio de hoy nos presenta a Jesús trasladándose a la otra orilla del lago de Galilea (sudeste) donde habitan los llamados gerasenos, tenidos como paganos. La aproximación a este relato nos permite reflexionar, paralelamente, lo que acontece cuando Jesús se presenta en nuestras orillas existenciales. Meditemos:

DESDE EL CEMENTERIO, DOS ENDEMONIADOS SALIERON A SU ENCUENTRO

Los endemoniados salieron del cementerio, lugar muerte. Estaban cómodos en ese lugar. Tenían lo que querían: personas esclavizadas y control de la zona a base de terror. La referencia a la furia y al miedo son claros indicios de presencia maléfica. Nadie se atrevía a transitar por aquel camino. Sin embargo, Jesús caminante y Camino, se presenta allí, con determinación, para liberar. Se percatan, los endemoniados, que el asunto es con ellos. Salen a dar la cara, del lugar de muerte, al encuentro con la Vida (Jesús), para disputarse y defender su espacio.

¿QUÉ QUIERES DE NOSOTROS?…

Jesús, en un primer momento, no ha dirigido la palabra a ninguno de los endemoniados. Tampoco ha hecho ningún gesto. Sólo se ha presentado, pero no se ha presentado solo. Con Él está la fuerza trinitaria. La presencia de Jesús, a quienes los demonios reconocen muy bien, como Hijo de Dios, les atormenta, les denuncia, les deja en evidencia. En este sentido, dijo Santa Catalina de Siena que cuando el diablo intenta, por lo menos, aproximarse al espacio de gracia divina, sucede lo mismo que una mosca cuando se acerca a una olla hirviendo, muere inmediatamente por el vapor.

SI NOS ECHAS, MÁNDANOS A LA PIARA

Esos demonios no querían estar en el aire. Necesitaban algún cuerpo, algún alojamiento donde sentirse a gusto. Detestan ser desterrados, necesitan casa y la buscan con insistencia. Por eso dicen, por lo menos, si nos echas mándanos a la piara de puercos. Reconocen, que no tienen fuerza para hacer frente a Jesús. Pero ni siquiera los puercos le aguantaron, perecieron ahogados en el mar, que simboliza lugar de perdición. Si los puercos no le aguantaron, imaginemos el tormento que vivían las personas lastimadas con esos malos huéspedes.

LE PIDIERON A JESÚS QUE SE MARCHE

Esta historia pareciera tener un final triste. Luego de una liberación, le piden a Jesús que se marche de la región. Ni los porquerizos ni el pueblo detuvieron los ojos en las personas que recobraron su vida y su paz, sino en la pérdida económica de tantos puercos ahogados.

Señor, si a alguien se le ocurre pedirte que marches, por dar primacía a intereses personales, sabiendo que tu santidad y justicia no conviven con la maldad; nosotros, Señor, deseamos que vengas no sólo a nuestras orillas, sino a nuestras profundidades. Ven con tu presencia liberadora. Sabes que las fuerzas del mal desean filtrarse en nuestras casas, familias, Iglesia, sociedad… Vienen con el terror y la furia del engaño, la mentira, la envidia, la división, el orgullo… Ven, Señor, y quédate con nosotros. Queremos proteger nuestros hogares con los candados de tu gracia, la vida sacramental, y la práctica del amor solidario. También le pedimos a la Virgen María que nos cubra con su santo manto. Que la sangre y el corazón de Cristo nos libre siempre de todo mal. Que sea el diablo, en su sucia astucia, mosca fallida en el ardor de la gracia divina que nos envuelve.

LE PIDIERON A JESÚS QUE SE MARCHE

Esta historia pareciera tener un final triste. Luego de una liberación, le piden a Jesús que se marche de la región. Ni los porquerizos ni el pueblo detuvieron los ojos en las personas que recobraron su vida y su paz, sino en la pérdida económica de tantos puercos ahogados.

Señor, si a alguien se le ocurre pedirte que marches, por dar primacía a intereses personales, sabiendo que tu santidad y justicia no conviven con la maldad; nosotros, Señor, deseamos que vengas no sólo a nuestras orillas, sino a nuestras profundidades. Ven con tu presencia liberadora. Sabes que las fuerzas del mal desean filtrarse en nuestras casas, familias, Iglesia, sociedad… Vienen con el terror y la furia del engaño, la mentira, la envidia, la división, el orgullo… Ven, Señor, y quédate con nosotros. Queremos proteger nuestros hogares con los candados de tu gracia, la vida sacramental, y la práctica del amor solidario. También le pedimos a la Virgen María que nos cubra con su santo manto. Que la sangre y el corazón de Cristo nos libre siempre de todo mal. Que sea el diablo, en su sucia astucia, mosca fallida en el ardor de la gracia divina que nos envuelve.