TRANSFIGURACIÓN: SUBIR Y BAJAR DE LA MONTAÑA CON JESÚS
3 min readEVANGELIO DE HOY: 6/8/21 (Mc 9,2-10).
Hoy, fiesta de la transfiguración del Señor, también se nos recuerda que no hay gloria sin cruz; el recordatorio es necesario a esta altura del camino. Llama la atención, en el texto, dos expresiones vinculadas a la imagen de “subir y bajar de la montaña con Jesús”. Meditemos:
SUBIÓ CON ELLOS SOLOS A UNA MONTAÑA ALTA
- La tradición bíblica une la manifestación de Dios con la montaña, en lo alto.
- También se presenta una costumbre de apartarse, distanciarse para entrar en intimidad con Dios.
- Jesús se dispone y sube con Pedro, Santiago y Juan.
- A los tres discípulos que llevaron más boches, Jesús les hace testigos privilegiados.
- Se transfiguró delante de ellos; quiere decir:
- “Cambió de forma”; “se transformó”, “trascendió su apariencia”.
- El panorama se ve vio más claro: se destaca la dimensión divina de Jesús.
- Tanta blancura no pudiera proceder de cloro; sino de la gloria misma del cielo.
- En ese pedacito de cielo: como libro abierto, ante los testigos, se presentan Elías y Moisés.
- Ellos dos, del Antiguo Testamento, son la Ley y los Profetas; columna antigua, que le da soporte y respaldo al Hijo de Dios. Son un solo río en crecida hasta llegar a su culmen en Jesús.
- Todo indica que la montaña es espacio de silencio humano. Por eso, Pedro, cuando habla de quedarse allí, ni sabe lo que dice. Y la nube lo advierte:
- “Este es mi Hijo amado; escúchenlo”. La montaña y la escucha son hermanas.
CUANDO BAJABAN DE LA MONTAÑA
- Bajan de la montaña: no con propuesta humana, sino divina.
- Lo que Jesús ha dicho, se convierte en horizonte inspirador y emprendedor.
- Trae Jesús la fortaleza necesaria para atravesar los misterios dolorosos.
- Los discípulos vienen con una memoria fresca; que les servirá de base para comprender lo que aún no pueden.
- Antes de la prueba de fuego, se les ha dado vitamina espiritual para no desfallecer en el trayecto.
- Bajan con experiencia fuerte de Dios; sólido cojín en el aprieto.
- Vienen, con ellos, el secreto que será desvelado a su hora.
Cierto día, un hombre, queriendo hablar con Dios subió a la montaña. Y allá arriba no lo encontró. Bajando triste, encontró a un compadre, a quién le preguntó por Dios. El compadre le respondió: – Dios venía bajando y me preguntó por usted.
Señor: si subir es necesario, bajar es fundamental. No queremos encontrarnos contigo en las alturas, en una montaña sin base. Ayúdanos a descubrir esa montaña en el interior de nosotros, donde tú nos habitas y nos hablas. Perdona nuestras palabras, no pocas veces torpes, que interrumpen tu voz. Danos la gracia de la escucha, y la gracia de saber bajar para asumir la vida, sin querer salir huyendo de los sufrimientos que traen tu llamado. Danos de tu gloria, y cargaremos nuestra cruz.
- 1) ¿Estoy subiendo o bajando de la montaña?
- 2) ¿Dónde está mi montaña?
- 3) ¿Qué traigo de la montaña?