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¡CON LAS LÁMPARAS ENCENDIDAS!: DE LA NECEDAD A LA SENSATEZ

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EVANGELIO DEL DÍA

EVANGELIO DE HOY: 27/8/21 (Mt 25,1-13).

El evangelio de Mateo continúa con la temática referente a la preparación que hemos de tener para el encuentro definitivo con el Señor. Se apoya, esta vez, en la parábola de las 10 vírgenes que esperan al esposo para la celebración de la boda, que es el mismo Reino. El transcurso de la espera es el escenario reflexivo que nos invita a meditar; para hacerlo partimos de la distinción que el mismo texto hace entre las que son necias y las que son sensatas. Identifiquemos los rasgos de unas y de otras para que, a esta luz, examinemos nuestras conciencias y podamos saber sobre los márgenes donde nos movemos.

RASGOS DE LA NECEDAD

– La parábola muestra que las necias también desearon encontrarse con el esposo, por eso tomaron sus lámparas. Si hoy preguntamos quién quiere ser santo o santa; o quién desea entrar al Reino, mucha gente levantará la mano. ¿Dónde comienza la necedad?

– La necedad comienza cuando ese querer queda en el deseo, sin abrirse a la gracia ni hacer el esfuerzo de preparar el camino.

– Ellas toman las lámparas, pero dejan el aceite. Esto habla de una entrega a medias, de un compromiso tibio. Nuevamente la imagen de cascarón vacío.

– La importancia del aceite: el aceite es la oración, es la fe, el combustible para el camino. Es la fidelidad de quien se ha tomado a Dios en serio. Por eso, quien no se ha preparado no puede pedir prestado. Usted nunca oirá a alguien decir: “dame un poco de fe”. La fe, aunque se celebra comunitariamente, es personal, única. No se improvisa el don de la fe.

– La necedad se agudiza y sale al encuentro cara a cara, en ese preciso momento cuando se oye la voz del esposo, y las lámparas están secas. Él llega cuando ellas van camino contrario.

– La buena intención no basta. Hay que ir al colmado a tiempo para abastecer las lámparas. El colmado de la fe es el Santísimo, la fraterna comunidad cristiana, el compromiso apostólico, la vida sacramental, la Palabra, la oración…

RASGOS DE LA SENSATEZ

– La sensatez comienza cuando se da el salto del deseo a la vida misma. Estas doncellas prepararon sus lámparas y cargaron aceiteras de repuesto.

– La sensatez no les evitó el sueño, tampoco el que se hayan quedado dormidas, como las necias. Seguir a Jesús verdaderamente no impide el martirio. El mérito reside en la prontitud de la respuesta cuando llega el esposo. Habían sido previstas de lo necesario. Ellas no pudieron prestar la vida de oración y de compromiso con la cual habían perseverado hasta el momento. Imposible.

– Tener las lámparas llenas de aceite permite que, en el momento del aprieto, no se pierda el control ni el horizonte. La luz ilumina la puerta de entrada. Se mantiene la paz y la satisfacción del deber cumplido.

– Los “kilómetros” de sacrificios recobran aún mayor sentido en ese especial momento, cuando se les abren las puertas para el banquete de bodas. Las sensatas constatan que no fueron ingenuas al ser hacendosas por el Amado.

Señor: danos buen juicio y discernimiento. Es una vergüenza decir, luego de tanta advertencia, a última hora: -¡se nos apagan las lámparas!- Danos tu aceite, buen Amado, danos tu gracia abundantemente. Sólo tu gracia podrá resistir a nuestros sueños, y nos hará ágiles para despertar y ponernos de pie para entrar contigo. Deseamos ese momento cuando nos digas: “les conozco, pueden pasar”.

  • ¿Cómo está mi lámpara?
  • ¿Estoy pidiendo aceite prestado o tengo de repuesto?
  • ¿Cómo estoy preparando mi encuentro?