Vie. Abr 26th, 2024

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En camino con la Palabra Vigésimo segundo Domingo del Tiempo Ordinario

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Este Domingo vigesimosegundo del Tiempo Ordinario, el P. Guillermo Acero Alvarín, CJM, Vicario General de la Congregación de Jesús y María, nos habla de la controversia que tiene Jesús con los fariseos y los escribas, generada especialmente por la interpretación que hacen de la Ley de Dios

.El padre Acero nos recuerda la invitación que hace el evangelio a que nos dejemos transformar desde dentro de nosotros mismos de donde brota el Reino de Dios, la cual se reflejará en la autenticidad de las actitudes externas de nuestra cotidianidad.

Mc 7,1-8.14-15.21-23

Se reunieron junto a él los fariseos y algunos escribas que habían llegado de Jerusalén, y vieron a algunos de sus discípulos que comían los panes con manos impuras, es decir, sin lavar.

Pues los fariseos y todos los judíos nunca comen si no se lavan las manos muchas veces, observando la tradición de los mayores; y cuando llegan de la plaza no comen, si no se purifican; y hay otras muchas cosas que guardan por tradición: purificaciones de las copas y de las jarras, de las vasijas de cobre y de los lechos.

Y le preguntaban los fariseos y los escribas:—¿Por qué tus discípulos no se comportan conforme a la tradición de los mayores, sino que comen el pan con manos impuras?

Él les respondió:—Bien profetizó Isaías de ustedes, los hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está muy lejos de mí. Inútilmente me dan culto, mientras enseñan doctrinas que son preceptos humanos. Abandonando el mandamiento de Dios, retienen la tradición de los hombres. Y después de llamar de nuevo a la muchedumbre, les decía:—Escúchenme todos y entiéndanlo bien: nada hay fuera del hombre que, al entrar en él, pueda hacerlo impuro; las cosas que salen del hombre, esas son las que hacen impuro al hombre.

Porque del interior del corazón de los hombres proceden los malos pensamientos, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, los deseos avariciosos, las maldades, el fraude, la deshonestidad, la envidia, la blasfemia, la soberbia y la insensatez. Todas estas cosas malas proceden del interior y hacen impuro al hombre.

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