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LA UNCIÓN DEL ESPÍRITU Y LA FUERZA DE LA PALABRA

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EVANGELIO DE HOY: 30/8/21 (Lc 4,16-30).

Hoy, el día comienza con el evangelio de Lucas y la inauguración de la misión pública de Jesús. El punto de partida es la predicación en Nazaret, su pueblo natal. Se pueden distinguir dos dimensiones en el relato íntimamente relacionadas: la unción del Espíritu Santo y la fuerza de la Palabra. Meditemos:

LA UNCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

  • En la sinagoga de su pueblo Jesús recibe el libro del profeta Isaías y lee el pasaje: «El Espíritu del Señor está sobre mí…» Se trata de Isaías 61,1ss. Si nosotros buscamos esta cita del Antiguo Testamento llamará la atención que Jesús, al leer, saltase una línea; la línea se refiere al anuncio del día del desquite del Señor. Jesús proclama exclusivamente un mensaje cargado de buena noticia, misericordia, esperanza y liberación. La misericordia se ha abierto camino, ha superado la ira divina, anunciada por los profetas. Ha llegado, con Jesús, la verdadera dimensión del tiempo de gracia.
  • El Espíritu Santo, manifiesto en la persona de Jesús, nos introduce en la escuela de la novedad divina. Jesús sigue la costumbre, pero la costumbre se renueva con la unción y la gracia del Espíritu, que trae un buen anuncio a los pobres, libertad a los cautivos y a los oprimidos, vista a los ciegos…
  • Para la asamblea reunida tal gracia era evidente, innegable. Por eso tenían los ojos fijos en Él. La unción del Espíritu ya había vestido su rostro, y luego sus palabras; las que en primer momento conquistaron con aprobación y admiración. ¿Dónde comienza el conflicto entre la novedad del Espíritu y la asamblea?

LA FUERZA DE LA PALABRA

  • El conflicto inicia cuando la asamblea constata que ese Jesús es el hijo de José, uno de ellos, un conocido. De la admiración, entonces, se pasa al rechazo.
  • Sostenido por el Espíritu, la Palabra se mantiene firme en Jesús hasta decir las verdades que la asamblea necesita; las dice sin economizar: … “les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra…”.
  • Jesús, en su predicación auténtica y muy enraizada en la necesidad comunitaria, comienza a recordarle episodios de la Sagrada Escritura; en los mismos, la asamblea se sintió delatada y confrontada.
  • La asamblea no soportó la fuerza de la Palabra. Como resultado, se puso furiosa, se levantó y lo empujó fuera del pueblo para buscar derrumbar a Jesús por un barranco. Pero la Palabra se abrió camino en el desprecio y se alejó.

Señor: queremos que tu Santo Espíritu nos asista y nos renueve. Deseamos ser como tú, profetas de esperanza. Que tu Espíritu sostenga nuestra palabra, la que no busque otra cosa que no sea fidelidad a tu voluntad. Que esta palabra nacida de tu santa comunión sea motor de renovación y transformación en nuestras vidas. Danos la gracia de asumir tu mensaje, y la valentía que tú tuviste al iniciar la misión entre los tuyos.

  1. ¿Cuáles huellas del Espíritu Santo descubro actuando en mi persona por el bien comunitario?
  2. ¿Cuáles huellas del Espíritu Santo contemplo en los demás como signos visibles de liberación?
  3. ¿Me dejo convertir por la Palabra?