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EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

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EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

LECTURAS DE HOY: 14/9/21
(Nm 21,4b-9; Sal 77; Fil 2,6-11; Jn 3,13-17)

Hoy celebramos la exaltación de la santa cruz, y las lecturas presentadas nos invitan a sumergirnos en su misterio:

UNA SERPIENTE ELEVADA EN UN MADERO

Recuerda el libro de Números la paciencia de Dios con la ingratitud de su Pueblo: no supo interpretar la historia agradecidamente, sino que “habló contra Dios y contra Moisés”… Cuando se borra la memoria de los favores recibidos comienzan las náuseas que impiden agradecer en la escases, y se da paso a la queja perpetua. Ahí está la raíz del veneno. El pecado en la vida del hombre y de la mujer se convierte en veneno, en serpiente que muerde y mata.

Por la figura de Moisés sabemos que Dios no está siempre enojado; el valor de la intercesión es evidente. Llama la atención que el Señor ordenase a Moisés elevar una serpiente de bronce en un madero, para que quien haya sido picado quede sano al mirarla. Uno pudiera imaginarse el pánico de volver a mirar serpiente, luego de haber sido picado. Pero el Señor aseguró que quien lo hiciese quedaría sano. Podemos meditar que hasta que no se reconoce la falta personal, hasta que no se identifique y se denuncie el propio veneno, no puede haber sanación. La sanación comienza encarando la verdad de uno mismo: somos pecadores, hemos fallado; pero Dios nos da su perdón misericordioso, representado, en Antiguo Testamento, en una serpiente de bronce elevada.

EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

Lo que comenzó como una señal, en Antiguo, de la misericordia divina, ahora queda explícitamente expresado en la persona del Hijo de Dios, crucificado en un madero. En Él convergieron y convergen todos nuestros venenos, nuestras picadas, nuestros males; su cruz se los bebe para nuestro bien. Al contemplar la Santa Cruz también quedamos curados, reconociendo nuestras miserias, y su gran misericordia.

Hemos de ser valientes para contemplar la Santa Cruz, ensalzarla, exaltarla y bendecirla. Ella nos introduce en el misterio profundo del abajamiento de Cristo. Él, desde un silencio respetado, no hizo alarde de su categoría, sino que se despojó de su rango hasta la cruz. Cuando ya no tuvo para dónde seguir abajándose, porque topó con la muerte, entonces Dios lo elevó a su dignidad de origen. Por eso, ante su cruz, toda rodilla se dobla, en el cielo y en la tierra.

“Señor, Dios nuestro, que has querido salvar a los hombres por medio de tu Hijo muerto en la cruz, te pedimos, ya que nos has dado a conocer en la tierra la fuerza misteriosa de la cruz de Cristo, que podamos alcanzar en el cielo los frutos de la redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo”.

Laudes del día
  1. ¿Tengo experiencia de contemplar y adorar la cruz de Cristo?
  2. ¿Qué dice a mi vida que en su Santa Cruz convergen todas nuestras miserias?
  3. ¿Qué le enseña la Cruz de Cristo a las “crucecitas” válidas que debo cargar en el día a día?