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TOMAR DECISIONES AL MODO DE JESÚS

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EVANGELIO DE HOY: 28/9/21 (Lc 9,51-56).

Seguimos avanzando en el evangelio de Lucas y llegamos a una altura significativa. Jesús va culminando su misión en Galilea y toma la decisión de ir hasta Jerusalén. El trayecto más práctico, era pasar por Samaria, pero allí no fue acogido. Ante el rechazo, los discípulos Santiago y Juan reaccionaron de forma agresiva. Jesús busca un desvío alternativo y, pacíficamente continúa su destino. Entre diversos focos para la meditación que el texto permite, nos centramos en lo que significa, a la luz de Cristo, tomar una decisión.

PRESUPUESTO PARA TOMAR DECISIONES

Cuando Jesús toma la decisión de ir a Jerusalén ya ha cumplido su misión en Galilea. Este lugar también ha sido para Él escuela de madurez y de crecimiento: ha invertido en la comunidad de los Doce; ha tenido experiencia sólida tanto de tentaciones como de consolación… Ha echado raíces creciendo para abajo, y ha desarrollado su intimidad con Dios. Interesa descubrirlo como hombre de meditación profunda; contemplativo del Espíritu. Silente ante la voz y la voluntad del Padre. Jesús supo distinguir el momento de subir a Jerusalén; bien dice el texto “cuando se había cumplido el tiempo”.

¿Qué aprendemos de Jesús? Cultivar la vida interior en oración contemplativa, nos permite sintonizar con la voluntad de Dios. El silencio y la entrega generosa, colaboran para que nuestra vida sea un itinerario diseñado por el Señor, quien marca el rumbo, el momento, la hora. La gente seria toma decisiones serias. Pero no lo hace a capricho personal, sino en sintonía con los intereses de Dios, lo que hace bien a su Reino. Si Jesús no se apresuró en tomar decisiones es porque la prisa no es saludable y pone en riesgo los resultados fecundos. Pero Él no se durmió. No retrasó. No escabulló. Distinguió el momento y se puso en marcha.

CONSECUENCIAS DE LAS DECISIONES

Cuando Jesús decidió emprender el camino hacia Jerusalén no se detuvo a mirar las consecuencias. Sencillamente supo que tenía que ir y marchó. Para Santiago y Juan era inconcebible el rechazo en Samaria. Desearon utilizar el carisma para agredir a quienes cerraron el paso a su maestro: “!fuego del cielo para esa gente!”. Todavía estaban crudos los pobres discípulos. No habían entendido bien.

Tampoco nosotros entendemos bien cuando no respetamos los procesos y los ritmos de las demás personas. Jesús respetó las posturas, pero no se detuvo en su propósito, continuó por otro rumbo hacia Jerusalén. Esto nos alerta sobre la firmeza que hemos de tener cuando tomamos decisiones honestas; no todo el mundo las aplaude, no todo el mundo las valora. Las decisiones no pueden depender de los aplausos. Sólo deben anclarse en la fidelidad a Dios, quien las inspira. El mismo Dios quien las inspira es quien busca caminos alternativos, para que el horizonte permanezca abierto y realizable.

Señor: queremos pedirte perdón por las veces que vamos consultando a mucha gente para tomar decisiones, y se nos pasa por alto consultarte a ti. Algunas veces no hemos procurado dirección espiritual, como si nosotros solos supiéramos discernir tu voluntad para nuestras vidas. Pero viendo tu testimonio, Señor, nos damos cuenta que es necesario sumergirnos en la oración para que tú nos indiques el tiempo y el momento para cada detalle en nuestra existencia. Danos la gracia de sintonizar con tu hora. Muéstranos signos que espabilen nuestros pies. Tú lo sabes todo. Danos firmeza y determinación, no queremos medir consecuencias, sólo queremos hacerte feliz.

  1. ¿Entretengo la hora de Dios cuando me pide alguna misión?
  2. ¿Estoy despierto para interpretar los signos de Dios que me indican su hora?
  3. ¿Estoy dispuesto a asumir las consecuencias de las decisiones de honestidad espiritual?