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SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS: PROVIDENCIA DIVINA PARA NUESTRO BIEN

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LECTURAS DE HOY: 02/10/21. (Ex 23,20-23a; Sal 90; Mt 18,1-5.10).

Seguimos con la fiesta de los ángeles y las ángelas. Hoy, el acento recae en la misión de éstos que custodian para garantizar que la persona no se aleje de aquello que Dios quiere para ella, de su voluntad. Apoyándonos tanto en las lecturas bíblicas, en el Catecismo, y en la Liturgia de las Horas, meditaremos sobre la colaboración de estas criaturas espirituales e inmortales en nuestro camino de santidad.

Un fundamento bíblico importante para creer en la existencia de los ángeles custodios se encuentra en la primera lectura del Éxodo: “Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he preparado. Respétalo y obedécelo”. Nos queda claro:

  1. Es Dios quien los crea y los envía.
  2. Custodian el camino preparado por el Señor.
  3. Conducen hacia el lugar deseado por Dios.
  4. ¿Cómo se respetan? En el santo temor de Dios (deseo de agradarle, corresponderle, hacer lo que le agrada. Temor a defraudarlo).
  5. ¿Cómo se obedecen? Siendo fiel a lo que siembran en el corazón, a las señales que envían, discernidas con una buena dirección espiritual, donde se identifiquen las huellas de Dios.

Según el Catecismo, la persona se beneficia de esta ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles custodios que interceden por nosotros y nos conducen (Cf. CIC 336). Su existencia comprueba la providencia divina para acompañarnos mientras vamos en este “valle de lágrimas”; tienen el interés especial de colaborar en la unión íntima entre Dios y el ser humano. Ellos, que perpetuamente adoran la faz del Padre, desean que nosotros nos unamos a su coro de alabanza. Refuerzan nuestra voluntad. Por eso, batallan a favor nuestro contra males que nos distraen de este horizonte bendito.

Ellos son silentes, no hablan abiertamente, pero están ahí en calidad de amigos fieles. Son para nosotros luceros en la noche oscura. Nos prometen ser compañeros nuestros en la patria celestial. Desde ya nos enseñan la manera y los modos de vida en el cielo.

Jesús, en el evangelio, nos da la clave para ser como ángeles: volver a recuperar el corazón de niño, la inocencia primera, la bondad original.

Retomamos las frases del salmista para hacer oración con ellas:

“Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti… Él:

  • Te librará,
  • Te cubrirá,
  • No temerás,
  • A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos”.
  1. ¿Estoy teniendo en cuenta, en el trayecto de la vida, a mi ángel custodio?
  2. ¿Estoy respetándolo y obedeciéndolo?
  3. ¿Qué está sobrando en mí para tener el corazón como el de un niño o el de una niña? ¿Custodio, como ángel, el bien de los demás?